Hace un par de días, por recomendación de una buena amiga, vi la película ‘La Rosa Blanca: los últimos días’. La película, estrenada en 2005 y dirigida por Marc Rothermund, fue nominada en 2006 para el premio Oscar en la categoría de mejor película extranjera.
Como su nombre lo indica, en la película se tiene como línea de tiempo los últimos cuatro días de vida de ‘Sophie Scholl’, una chica universitaria de 21 años, dirigente de una pequeña sociedad de resistencia pacífica llamada «La rosa blanca». La mayor parte de la película muestra el proceso de investigación e interrogatorios, basados en los documentos reales, en los que se ve involucrada Sophie tras ser descubierta junto con su hermano por un conserje de su universidad mientras repartían panfletos difundiendo una postura en contra del Fürer y el Estado nazi.
Pero no pretendo hacer ni una reseña ni una crítica sobre el filme. Quisiera compartir dos ideas que me retumban como eco luego de haber visto esta película:
1. El verdadero peligro (de una nación) está en aquellas personas sin causa y sin convicciones.
Y no sólo hablando de una postura política, sino aquellos que no tienen causa o convicción en la escuela, en una religión, o incluso en un estilo de música. Aquéllos que no quieren que su vida sea «perturbada», aquéllos a quienes les importa más el último partido de fútbol que la última reforma. Quienes consideran las pequeñas acciones de resistencia pacífica como inservibles o a los movimientos de crítica como una molestia. Aquéllos que han perdido la esperanza de que se puede hacer algo por mejorar el propio país. Aquéllos que creen que una derrota es sinónimo de «no hay de otra, nos dejaron como siempre» Aquellos que pasan la universidad como «uno más» porque creen tener la vida resuelta. Aquéllos que solo van, pero ni saben a dónde o por qué van.
2. No hay que tener miedo a despertar la conciencia
«Las leyes cambian, la conciencia no». No existe nada más hermoso y poderoso que la conciencia porque es ya una convicción de la propia existencia. La historia cambia, está cambiando minuto a minuto; los gobiernos cambian, pero la existencia sigue encendida e inmutable. Y esta conciencia de ser, aquí y ahora, es el primer paso para buscar qué se quiere, por qué se quiere y cómo se quiere. Romántico fuera que esto existiera sólo en novelas y filmes. Pero es una realidad, ‘Sophie Scholl’ y los jóvenes universitarios que formaron la Rosa Blanca son un ejemplo de ello. Abrazados a una convicción capaz de sobrepasar toda contradicción… incluso la muerte. No hay que tener miedo a despertar la propia conciencia… ni la de los demás. Por el contrario, habría que hacer de esto una prioridad personal y social.
Como joven universitaria, mexicana, quisiera poder tener un poco más de convicción para realizar acciones más contundentes, que fueran más acorde con lo que opino y siento sobre la situación de mi país. Es verdad, no estamos en guerra civil, ni en el 68. Pero ¿estamos conformes con lo que pasa? Si la respuesta es no… entonces ¿Por qué no estamos haciendo nada? Somos capaces de hablar y de dar cátedra sobre los pros y contras de las reformas, por ejemplo. Pero ¿Qué estamos haciendo al respecto? Cada vez que hay una alza a los precios de la gasolina, todos nos quejamos y decimos que «no es posible», «¿a dónde vamos a llegar?» y ahí se queda nuestra aportación. Llegaremos hasta donde nosotros queramos que esto llegue. No tengo las respuestas a muchas cosas que quisiera poder solucionar. No soy totalmente consciente del alcance de las pequeñas acciones. Pero quiero hacer algo, quiero despertar más conciencias, quiero construir mi país. Y estoy en la búsqueda de ello.
Una opinión que denota conciencia, activo ausente en muchos de nuestros jóvenes -y también en los adultos-. Nos proporciona esperanza en nuestro futuro como comunidad.