Y los que no comemos pavo en Navidad, ¿qué opciones tenemos?

Y los que no comemos pavo en Navidad, ¿qué opciones tenemos?

Para muchos mexicanos, el pavo en la cena de Navidad no es sólo indiscutible, sino que además se ha convertido en el prototipo por excelencia de las cenas navideñas. Incluso parecería que sólo es Navidad si se celebra con un pavo en la mesa.

Mi familia es tapatía, de ese carácter alegre y bromista, de celebraciones en las que el primer lugar lo tiene la familia. Así, en Navidad, desfilan deliciosos platillos como el pozole, caldo de camarón, horchata de arroz, ensalada de manzana.  Se incluyen también las tradiciones defeñas adquiridas por los casamientos: romeritos, bacalao y ponche. Una verdadera fiesta de degustación mexicana. Y si se esperan al recalentado del 25, podrán chuparse los dedos.

¿Entonces qué es lo que determina una cena navideña? Es característico del ser humano seguir patrones, adoptar ideas, apropiar modos de vida y mezclar tradiciones. Incluso la cena misma es una representación del sincretismo cultural en el que estamos envueltos de manera constante.

Hacer del pavo un componente indispensable, un ícono para festividades tan importantes como lo es la Navidad, es una práctica con la que no comparto afinidad, ya que sé que hay cosas que verdaderamente son indispensables en una cena navideña: las sonrisas, los recuerdos, las conversaciones, la familia. Lo central es tener un momento al año para reunir a todos los seres queridos, recordar y pensar a futuro, convivir y apreciar aquello que nos ha hace felices.

Eso es lo indispensable.

 

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