Una Navidad mal entendida

Una Navidad mal entendida

Ya una vez concluidas las fiestas navideñas, es importante hablar sobre  toda la parafernalia que acompaña a esta época del año,  la cual se caracteriza principalmente por la emoción de los regalos, comidas, fiestas, posadas y un sinfín de celebraciones que surgen en torno a esta fecha decembrina.

Así, si recuerdan, meses antes las tiendas ya presentan todo lo «necesario» para la Navidad, creando en las personas la irresistible tentación por de adquirir productos completamente prescindibles. En ese sentido, es claro que muchas de las compras son artículos que realmente no necesitan, pero claro, como todos lo llevan, ¿por qué ellos no?

Es aquí donde surge otra reflexión: uno de los culpables de que a la Navidad haya perdido su  verdadero significado son los medios de comunicación, ya que, con tal de que consumamos infinidad de productos, nos bombardean de comerciales tanto en radio  y televisión, espectaculares, carteles, folletos, entre otros.

Lo anterior, ha propiciado que esta fecha se convierta en algo meramente superficial, ya que, en lugar de disfrutar a la familia o amigos, nos terminamos preocupando por asuntos como qué tipo de platos usar, si ya se compraron todos los regalos, si la cena salió bien o el qué me voy a poner. De esta forma, en ocasiones, por prestarle más atención a este tipo de detalles, surgen disgustos en la familia, y lo que iba a ser una noche en familia, termina en malos términos.

Otro aspecto que me gustaría abordar es la importancia que los niños le dan a la máxima figura de estas fechas que es Santa Claus, dejando a un lado la celebración del nacimiento del niño Dios. En mi opinión es aquí donde los padres tienen la obligación de mostrarles a sus hijos lo importante de la Navidad. No estoy en contra de Santa, pero sí es conveniente marcar prioridades, ya que, si esto no se hace, esta bonita tradición se irá perdiendo con el tiempo.

Para concluir pienso que es responsabilidad de todos que el sentido de la Navidad no se pierda, inculcando a las  nuevas generaciones los valores, tradiciones de esta fecha tan especial que es para celebrar a la familia y  a Dios. Hay que dejar en segundo término todo lo superficial que rodea a esta fecha tan especial que es el 24 y 25 de diciembre.

 

 

 

 

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