Una homilía para recordar (opinión)

Una homilía para recordar (opinión)

Con el inicio del Sínodo de los Obispos sobre la Familia en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco centró la homilía de la misa de apertura en tres temas: la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.

Abordando el tema de la soledad, Francisco hace énfasis sobre “la cultura del consumo, del usar y tirar”, cultura que tantos jóvenes han adoptado actualmente con la engañosa convicción de que lo efímero saciará la sed espiritual del hombre al que “vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor auténtico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total.”

“Tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia” que, como institución primaria de amor, es la que nos enseña a recibirlo, para después poder darlo. No se puede entregar lo que no se tiene. Hoy vivimos en un mundo en que gran parte de la humanidad no sabe amar, ni se sabe amada, y la responsable fundamental del problema es la familia, institución en la que recae como primordial tarea el fortalecer el amor, la caridad y la solidaridad con nuestros semejantes.

“Tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón”, porque cuando éste se intenta saciar con lo que los medios y el mundo de hoy nos presentan como verdadero, valioso y sustancial, que es más bien un disfraz de lo aparente, lo fugaz y lo superficial, el corazón humano se fractura aún más, acrecentando el anhelo de la verdad y el amor, pero proporcionalmente intensificando el miedo a exponerse a éstos.

“Muchos placeres, pero poco amor”. El hombre se ha convencido de que el placer, que se limita a sensaciones o sentimientos agradables, pero pasajeros e insuficientes para la plenitud del ser humano, será el camino que los llevará a la felicidad; olvidándose de que ésta no se define como un placer constante, sino como la expresión máxima del amor, humano y divino, que aunque supone siempre sacrificios y dolor, son justamente éstos los que lo fortalecen y validan.

“Tanta libertad, pero poca autonomía”, pues a pesar de gozar del albedrío para elegir libremente, que incluso muchas veces resulta en libertinaje, el hombre parece ser cada vez más incapaz de obrar bajo su propio criterio, dejándose influenciar por las creencias y opiniones de otros.

“Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”, afirmó el Papa, arrojándonos una verdad evidente y dolorosa, pero al mismo tiempo tomándola como un llamado a ser “hospital de campo”, a “salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida”.

Porque, como bien aseguró Francisco, “una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera”. La Iglesia ha de ser refugio para los perseguidos, hospital para los heridos, consuelo para los afligidos, brújula para los desconcertados, hogar y fuente de amor y misericordia para toda la humanidad.

Cerca de 400 cardenales y obispos integrantes de todas las conferencias episcopales del mundo, así como 18 matrimonios que el Santo Padre ha elegido para ofrecer su punto de vista como laicos, participarán en el ya inaugurado segundo Sínodo sobre la Familia que se realiza este año y que culminará el 25 de octubre, seguramente con profundas y precisas reflexiones que concluirán en el fortalecimiento de la institución de la familia.

 

Share

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *