¿Dónde quedaron los buenos?

¿Dónde quedaron los buenos?

Hace unos días salí de la Universidad camino a casa. Eran ya las seis de la tarde y el cielo era casi irreal, bañado de colores, con pocas y bien formadas nubes, un cielo «limpio, puro», como dijo con quien regresaba.

Hoy pienso en distancias. Largas para algunos, cortos para otros. Hay quien ya está donde quiere estar. Pienso en que quisiera que mi país fuera feliz, «aunque no tenga permiso». Pienso en aquel hombre que predicaba su sueño, quien dejó de ver a blanco y negro. El hombre que acertadamente dijo que «nuestra generación no se habrá lamentado de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos». Pienso en los bondadosos: ¿dónde quedaron los buenos?

La verdad, es que no los encuentro en el Senado. No los encuentro en los Pinos. ¿Estarán de vacaciones? ¿Cuándo han de volver? Creo que escucho sus voces. Tal vez los malos las intentan callar. No les gustan sus colores ni sus armonías, mucho menos sus registros.

Los buenos están en un aula, apasionados por la historia, apretando los puños con la impotencia de ver esa libertad que nos arrancan los tiranos. Están en el mercado, cobrando casi nada por los frutos de la madre tierra, ultrajada por los billetes de papel. Tal vez están en un sofá el domingo por la mañana, leyendo injusticias en el periódico y tomándose un café. Están en la primaria o vendiendo flores en el centro.

Tal vez incluso me lean, uno nunca sabe.

Ayer me llegó un correo que me solicitaba escribir una opinión con tema libre y ésta es. Mi tema es la erradicación de la indiferencia. No podemos dejar pasar el tiempo sin actuar, sin hablar, sin escribir.

En verano, le pregunté preocupada a mi maestro: ¿cómo parar la corrupción, cómo hacer un cambio, qué puedo hacer yo? No creo llegar a olvidar su respuesta. Dijo: «¡Eso! Cuestiónalo, estudia, compite, prepárate». 

En mi vergonzosa desorganización llego a pensar muchas cosas. Pienso que los buenos ganan, pienso que la injusticia cesa, pienso que las cosas llevan tiempo y constancia.

Te invito, a ti que me lees, a que seamos los buenos. Seamos esos soldados que en cada hijo el cielo dio a la Patria, hombres y mujeres de bien, estudiantes comprometidos con saber, con crecer, con crear… no con pasar. Deja de ver el reloj: actúa, escribe, no te calles.

Por último, sé como el cielo: bañado de colores, con pocas y bien formadas nubes. Un cielo «limpio, puro», pues antes que hijo, hermano, hombre o mujer, eres mexicano, y la Patria, es nuestra madre.

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2 thoughts on “¿Dónde quedaron los buenos?

  1. Miranda es muy loable tu preocupacion por nuestro mexico, ten la certeza de que habemos muchos buenos como tu y cada uno haciendo lo que le toca, le gusta y le apasiona en su diario quehacer con libertad y sobretodo con honestidad contribuye AL igual que tu por un mexico mejor. Gracias por tus palabras que a muchos nos hace o hará reflexionar para ser «de los buenos». Sigue escribiendo y sobretodo continua con tus sueños.

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