Un bosque peculiar

Un bosque peculiar

En un lejano bosque vivía un leñador a quien le encantaba hacer su trabajo mientras observaba cómo el sol se ocultaba entre las montañas. Siempre regresaba muy tarde a su casa, pero gracias a su excelente memoria podía guiarse por el bosque sin más ayuda que la luz de las estrellas o de la luna, según fuera el caso.

Resulta que un día, o mejor dicho, una noche, no hubo luna y en el firmamento las nubes habían ocultado por completo las estrellas. Además, el cansancio no le permitía al leñador orientarse bien y en poco tiempo ya estaba perdido. Se creía que el bosque no era muy peligroso. No obstante, se sabía que ahí no vivían criaturas muy grandes ni feroces; aunque últimamente se habían estado escuchando rumores en el pueblo de seres que no tenían nada de naturales. Aunque el leñador era alguien valiente, la idea de encontrarse con un ser  desconocido no le hacía mucha gracia.

Siguió avanzando y, de repente, encontró una cabaña muy antigua. Estaba carcomida por las termitas y se encontraba a punto de caer, pero al leñador no le quedaba de otra que guarecerse en el lugar hasta que amaneciera. Entró y observó a su alrededor: estaba desierto y vacío, con excepción de unas sillas de madera y una mesa con una pata rota. Revisó las habitaciones, todas vacías, hasta que encontró lo que parecía ser el dormitorio, con una cama desvencijada pegada a la pared y lo que parecía ser una pantalla de televisión incrustada al otro extremo.

Haciendo caso omiso de la presencia de una pantalla de televisión en un paraje tan desolado, el leñador se sentó en la cama y la probó. Estaba a punto de dormir, cuando la televisión se prendió repentinamente. El leñador se asustó, ya que, no esperaba que hubiera corriente eléctrica en el lugar, por lo que, observó la pantalla.

Ésta mostraba un efecto espiral de alucinación que le permitía adentrarse en la mente del leñador mostrándole sus peores pesadillas. El ambiente boscoso, no producía ruido y el hombre estaba demasiado cansado y confundido como para intentar apagarla, así que le dio la espalda y sin pensar en nada, cayó al suelo inconscientemente.

Al día siguiente, una potente luz lo despertó. Observó a su alrededor y miró con horror que lo que había creído que era una pantalla de televisión, en realidad se trataba de una ventana solitaria que permitía vislumbrar el bosque… y las terribles alucinaciones que en ese lugar entes desconocidos le habían realizado durante la noche anterior.

Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab.

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