Las piezas más famosas tienen en ocasiones historias curiosas y que nadie creería. Por ejemplo, la bella sonata “Para Elisa” (Für Elise) fue compuesta por Beethoven especialmente sencilla para que pudiera ser ejecutada por una niña pianista.
En 1810, Beethoven asistió a un recital de esta niña. Todo iba bien hasta que intentó una pieza de Beethoven. La pequeña se aturdió tanto que se vio incapaz de ejecutarla y abandonó la sala entre sollozos. Beethoven corrió tras ella y le preguntó por qué no había podido seguir con su pieza. Ella respondió que todas sus composiciones eran muy difíciles. Para tranquilizarla, el músico, prometió componerle una sonata sólo para ella. Al día siguiente, la joven pianista recibió la partitura de “Para Elisa”.
Curiosamente, la niña se llamaba Teresa y no Elisa, pero cuando Ludwig Nohl descubrió la pieza en 1865 la transcribió erróneamente como “Para Elisa”.