Entre los numerosos y recientes tropiezos que ha dado la candidata a la Presidencia de México, Josefina Vázquez Mota, el de mayor peso ideológico es sin duda el nuevo cargo y título que se ha autoproclamado: “La Jefa”. Lo que comenzó con una pregunta sobre si ella tenía o no el control de su comité terminó por convertirse en lo que ya prácticamente es una estrategia de campaña. Inclusive ha extendido este nombre a su autobús electoral.
Mientras que la candidata del Partido Acción Nacional lo toma como una muestra de su determinación y seguridad, sus detractores leen una ofensa y amenaza a la república. En México, los servidores públicos tienen como cargo servir al pueblo. Esta es una realidad que a pesar de ser una de las bases de la Constitución no ha sido considerada por ninguna de las clases sociales sino hasta tiempos muy recientes. Los políticos deben trabajar por antonomasia en función de sectores asignados; es decir, son realmente los empleados de su sociedad. El paso que ha dado Vázquez Mota es presentar una movida retrógrada (en lo que refiere a la historia política del país), explícitamente dictatorial, antidemocrática y violentamente autoritaria. Pareciera que todo en contra de lo que su partido luchó (o por lo menos acusó) de la permanencia PRIista en las últimas décadas se ha adoptado como modelo ideológico de un PAN al que lo último que le conviene es vanagloriar el mandato luego de militarizar gran parte del país. Lejos quedarán ya las hipótesis de ensimismamiento de López Obrador al comparársele con Josefina.
Tal vez sea esto lo que el país necesita, una figura de autoridad con el dominio total de todos los poderes: una “Jefa” que con puño de hierro rija el camino, o tal vez es justo por lo que se han disparado decenas de revoluciones y revueltas sociales y armadas alrededor del mundo desde la existencia de la democracia. En estos momentos cercanos a la elección presidencial, lo más importante para el electorado debe ser no sólo tener en mente a un candidato o candidata, sino pasar más allá de la figura y darse cuenta de qué es lo que representa.