La UNESCO celebra el Día Internacional de la Albabetización
Ya son 45 años desde que la UNESCO decidió por primera vez que el 8 de septiembre se celebraría el Día Internacional de la Alfabetización. Desde entonces el fin ha sido recordarle a la comunidad mundial que la alfabetización es un derecho humano y constituye la base principal de todo aprendizaje.
Los esfuerzos por reducir el número de personas “que no pueden leer ni escribir una breve frase sobre su vida cotidiana” (UNESCO) han sido bastos y diversos. A pesar de que el número de personas analfabetas se ha reducido en la última década, en el mundo hay todavía 793 millones de adultos, de los cuales el 64% son mujeres y niñas que carecen de los conocimientos básicos de lectura y escritura.
Uno de los grandes desafíos de nuestra época es la alfabetización de las mujeres, quienes históricamente han sido marginadas del accesos a estos conocimientos. Sin embargo, la experiencia ha demostrado lo fructífero que resulta la inversión a la educación de las niñas que se traduce directamente en una mejor nutrición, salud y rendimiento económico para sus familias, comunidades y para sus países. Esta inversión llega a ser más eficaz incluso que la destinada a la educación masculina.
La alfabetización contribuye a la paz, ya que facilita alcanzar las libertades individuales y la comprensión del mundo, así como la prevención o resolución de los conflictos. De ahí que el tema adoptado para este año sea “La alfabetización y la paz”. Como afirma Irina Bokova, directora general de la UNESCO “La alfabetización proporciona a los individuos las habilidades para entender el mundo y darle forma, para participar en los procesos democráticos, tener una voz y también fortalecer su identidad cultural.”
Ahora bien, si usted se encuentra leyendo estás líneas, de antemano, no eres parte de los 793 millones que no podrán hacerlo. Eso nos convierte en privilegiados, pues tenemos esa libertad que las letras nos obsequian y que nadie podrá arrebatarnos. Enseñar a algún adulto a leer es entonces lo mejor que podríamos hacer por alguien en estos días, pues de esta forma no estará diciéndole qué pensar o en qué creer si no que estará dejando en sus manos la posibilidad de que piense y crea lo que desee. Le estará obsequiando libertad.