Yo la verdad es que no.
¿Cuántas veces no me ha pasado que por estar con el celular todo el tiempo, desatiendo a quienes están a mi alrededor? Y sin que haya sido intencional, creo que puedo decir que ya es una constante en mi vida.
Una vez me detuve en un centro comercial a ver cuántas personas iban con el celular mientras caminaban. Eran muchas. Recuerdo a un señor en especial, que casi se choca con un mueble porque no iba viendo por donde caminaba e iba con la mirada clavada en el celular. Seré sincera, eso también me ha pasado en alguna ocasión ¿A ti no?
No sé las demás personas, pero a mí me sucede que vivo en una situación un tanto exótica. Soy de México y mi novio de España y dirán: «¿Y eso a mí qué?» Pues hace que mi -vamos a llamarle “dependencia” al teléfono móvil- sea mayor que el de las personas en general. Sin embargo, me he puesto a pensar que yo tengo un motivo que creo justificable. Las demás personas quizá también. Por trabajo, por entretenimiento, el cual es sano, por muchos otros motivos. Entonces quizá el punto no esté en que uses la tecnología. Hoy en día, ¿quién no vive con ella?
No, la gracia está en qué tanto hagas uso de ella. Mi madre ya bien lo decía: “No importa que estés hablando con tu novio, la hora de la comida es para compartir, pero con los que tienes enfrente. Deja el celular”. Y por alguna razón misteriosa, las mamás lo saben todo, ¿cómo? No lo sé, pero lo saben y suelen tener la razón. Así es que las palabras de una persona tan importante en mi vida como las de ella, o las de alguna otra persona importante, me han hecho reflexionar, sobre las prioridades y los tiempos que le dedico a lo que hago.
La organización es algo de lo que muchas personas carecemos, me incluyo. Así es que la invitación está abierta a que hagamos conciencia sobre el tiempo que le dedicamos a cada cosa, o más importante aún, a cada persona en nuestra vida.