Reformas que dejarán corto a México

Reformas que dejarán corto a México

Al día de hoy, tres partidos políticos han presentado a la nación sus posturas ante la reforma energética, las tres quedándose cortas al no poder presentar esquemas concretos para el impulso del desarrollo de energías eólicas e hidroeléctricas.

Lamentablemente, en la mayoría de las fuentes de energías renovables en México se distinguen dos características: tienen un difícil almacenamiento y su localización geográfica es apartada, dificultando la introducción de la tecnología adecuada.

Los tres partidos fomentaron en sus reformas el desarrollo de la producción de gas natural como energía “limpia”; lo que han ignorado es que el gas natural es una materia prima que no se considera renovable, teniendo un efecto en el medio ambiente, lo cual, a su vez, hace que este gas sea difícilmente considerado como energía limpia.

De acuerdo con el Gobierno Federal y el PAN, la privatización del sector enérgico encaminará el uso de energías renovables como la eólica, la solar y la hidroeléctrica. Por su parte, el PRD aboga por mantener la misma apertura pública y propone un cambio en algunas leyes secundarias.

Según las cifras de la Secretaría de Energía, sólo el 16 % de la energía producida proviene de hidroeléctricas, y peor aún, únicamente el 3.4 % deriva de fuente solares y eólicas.

El famoso discurso siempre gira en torno de los mismos puntos, y esos puntos cruciales merecen ser mencionadas. Lo evidente es que México sigue debatiendo qué es lo correcto y el mundo está evolucionando. El cambio más importante es la autosuficiencia de Estados Unidos en la próxima década, en la cual México exportará 80 % del petróleo que produce. De ignorarlo, México se quedará con una reforma anacrónica.

Otro punto que se ha ignorado en las tres reformas, es todo lo concerniente la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Se ha concentrado firmemente en PEMEX, dejando a un lado el sector eléctrico. Sin una reforma eléctrica, cualquier reforma se quedará insuficiente.

No se debe de olvidar que México tiene como meta que para el 2014 el 35 % de la energía que consuma sea limpia. El país cuenta con recursos renovables de alta calidad, pero existe no se cuenta con el entorno adecuado para la inversión en energías renovables.

PEMEX no está listo para una privatización. Cuenta con una infraestructura rezagada e instalaciones deterioradas. Se requieren alrededor de 20 mil millones para remodelación. También se corre el riesgo del incremento de tarifas, tal y como sucedió cuando se privatizó TELMEX. Y el aspecto más peligroso, en mi opinión, es que las empresas serían quienes controlarían el segmento enérgico del país, la cual compone los nervios centrales de toda actividad económica. Finalmente, si se llegara a privatizar este sector, México se quedaría sin el 60 % del gasto social que proviene del petróleo.

La formula ideal para atacar cualquier reforma capitalista es encontrando su centro: la producción. Romero Deschamps no es el Sindicato de Petroleros, lo es los trabajadores.

Las reformas están, pero está equivocado aquel que todo termina con la firma de Peña Nieto. Revertir la privatización es un suceso que se contará por años, si es necesario.

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