Conforme van pasando las generaciones, la sociedad se transforma. Así es una ley aquel verso de Rubén Darío: “Juventud divino tesoro”. Sí, la juventud es un regalo que el tiempo nos da, la época cuando estamos completamente llenos de vida.
Por lo anterior, aspirar a la belleza eterna es el sueño de muchos en la actualidad. Y ese deseo se puede realizar a través de la cirugía estética, las cuales han aumentado gracias a la oferta médica.
En la actualidad, se ofrecen cirugías de acuerdo a los cánones estéticos que en la actualidad un hombre y mujer deben tener. Sin embargo, es una solución dolorosa, cara y con altos riesgos en la salud.
Está claro que la tecnología ha avanzado y los riesgos disminuyen con esto, pero cada cuerpo es diferente, y por eso, reacciona dependiendo del metabolismo. Además, si la intervención es específica, puede resultar más complicada. Como sea, hay riesgos en toda cirugía: ya sea por una infección, un sangrado excesivo o la acumulación de líquido.
Asimismo, hay consecuencias a largo plazo. Los pacientes pueden quedar con sensación de adormecimiento u hormigueo temporal o permanente. También surge el rechazo del implante, ya que el cuerpo puede no aceptar la carga de la cirugía, provocando desfiguraciones en la persona.
Cabe preguntar: ¿Acaso todo el dolor valdrá la pena? ¿Los momentos de belleza temporal y sentimiento de alto autoestima son un precio justo con las largas jornadas de dolor, medicación y el gasto elevado de la cirugía que experimentaremos?
Cada quien es dueño de su cuerpo, pero sinceramente la salud es primero. Después viene todo lo demás.