Las historias tristes están regadas por doquier, como hormigas, en el viejo país de Siria. Como prueba de lo anterior, Melisa Pani, alumna del quinto semestre de la Licenciatura de Comunicación, ofrece una versión retomada a partir del testimonio de Hassan, el cual fue recogido por UNICEF y Save The Children.
“Yo no sabía que se podía hacer un escudo humano de niños. No sabía, pero lo vi con mis propios ojos” cuenta Hassan, un joven sirio de catorce años, mientras se pellizca las cutículas de sus uñas y se mordisquea el labio inferior.
Por consecuencia de una las guerras civiles más sangrientas de la historia, Siria es el hogar de tortura, sobretodo para niños inocentes. Se han calculado más de un millón de niños que han sido víctimas de crímenes contra la humanidad. Toda una generación de niños están en alto peligro, siendo testigos de derrames escarlatas que los han dejado en gran escasez de necesidades básicas a gran escala.
Cabizbajo, Hassan presiona sus dedos en la cien y vuelve a levantar la vista. Hay algo en sus ojos, un recuerdo punzante de estallidos y pistolas que lo envuelven hasta el día de hoy.
“Los perros, los mejores amigos del hombre comían los cadáveres de dos días después de la masacre. Había un montón de gente en las mezquitas también. Estaban muertos, todos ellos. Tenía miedo, por supuesto que tenía miedo.” Se retuerce los dedos otra vez. Por supuesto que tenía miedo. ¿Qué más iba a sentir?”
Hassan es un niño que desde que empezó la guerra, comenzó a odiar su vida, para después terminar odiándose a sí mismo. En las batallas interminables en Siria, perdió a su tío y su primo, quien lo acompañaba siempre a su lado.
El día empezó con un funeral, el cual pareció que presagió lo que Hassan vivió después.“Mi casa fue incendiada. Todo había desaparecido. Quería correr, pero no pude, todavía estaba demasiado caliente. Miré a mi alrededor y todo el mundo estaba tan destrozada, nadie podía mirar el uno al otro.”
Su mirada se dirige a sus manos. Sus dedos tambaleaban mientras que sus ojos se retiran a un lugar en la memoria que solo él conoce.
“¿Qué es lo que recuerdo de Siria? Recuerdo que cada vez que los bombardeos tuvieron lugar nos encontramos a un refugio. En el interior, los niños gritaban y lloraban mucho, estaban muy asustados. Recuerdo que muchos niños estaban siendo torturados.” Hassan mantiene su mirada al piso y retoma la palabra.
Hoy día Hassan, afortunadamente, se encuentra con su familia, en un refugio ubicado en Jordania, pero la situación es decrépita y se necesitan urgentemente medicamentos y alimentos. El hambre carcome de varias maneras. Las madres lactantes que no les pueden dar de comer a sus hijos. A todos repercute las ausencias, pero principalmente a los niños.
“A causa de lo que está sucediendo en Siria, ya no jugamos. Extraño mi casa. Extraño a mi barrio. Extraño jugar al fútbol.”
Ningún niño debe de extrañar lo que es jugar.
Información obtenida de: UNICEF y Save the Children.