Un poco de backround: la corriente del minimalismo empezó en los años 60 en Suiza y se ha dado en varios ámbitos como la arquitectura, la música, la pintura, el diseño gráfico, entre otros.
Como muchas otras cosas, el minimalismo ha regresado a ser tendencia. Esta corriente se trata de simplificar todo a lo mínimo, de llevar cualquier cosa a su expresión más básica. Esto se logra limpiando los elementos muy pesados que suelen ser texturas, líneas, colores y formas, reduciendo así todas las distracciones para el usuario y que sólo exista una característica importante: el punto focal.
Los diseños minimalistas, desde un logotipo hasta en los interiores de un hotel, son limpios, elegantes y vanguardistas, y aunque esta corriente no es nada nueva, sigue dando la sensación de ser refrescante y contemporáneo.
Esto se logra manteniendo el contenido al mínimo y descartando cualquier elemento que no sea estrictamente necesario, algo que es más difícil de lo que parece: hace falta quitarse el hábito de “sentir” que le falta algo y pensar que la solución es agregar, cuando, a veces, es necesario restarle elementos al diseño en general. Siempre lo he pensado: menos, es más.