Considero que vivimos en una especie de contradicción, es muy fácil querer que la situación del país se componga pero la mayoría de las veces lo dejamos en sólo querer. Nos gustaría vivir con menos corrupción y violencia pero le damos “mordida” a los policías que nos multan y creemos que los golpes es lo único que sirve para arreglar los problemas.
Una de las principales características del mexicano -en la mayoría de los casos- es el conformismo, nos conformamos y estamos muy a gusto con que las demás personas solucionen los problemas, nos sentamos esperando a que lluevan las soluciones en vez de pararnos y empezar nosotros; nos quejamos por todo problema pero jamás ofrecemos una solución; tenemos todo para salir adelante pero en vez de ayudarnos y empujarnos para hacerlo juntos, nos jalamos unos a otros para que nadie llegue a la cima primero que el otro, nadie termina llegando y finalmente nos estancamos.
A lo mejor estos son comentarios que parecen discurso de cada día, pero por lo menos en mi caso los estoy comenzando a aplicar en mi vida, no voy a cambiar de la noche a la mañana mi país pero sí espero generar poco a poco un cambio en mi entorno.
Cuando uno decide cambiar sus actitudes por el bien de su país es el mejor regalo que le podemos hacer, ya que esas personas cambian a otras y se convierte en una cadena de cambios, que a lo mejor nos lleve algunos años pero sin duda alguna los resultados serán satisfactorios, todo es cuestión de “ponerse las pilas” y no dejarse convencer por el hecho de que somos muchos y nadie va a hacer nada, “mal de muchos, consuelo de tontos”.