El pasado domingo tuve la oportunidad de presenciar el encuentro entre Atlante y Cruz Azul en el estadio Andrés Quintana Roo de Cancún. Un partido en el que se enfrentaban el actual líder del torneo y el último lugar de la tabla porcentual, lo cual hacia al partido un tanto atractivo.
Caminando a las puertas del estadio pude notar a simple vista como el color azul dominaba en la afición. Al entrar al inmueble simplemente confirmé lo visto anteriormente.
Al salir los equipos al campo de juego se podía notar el apoyo de la afición a los mismos. Del lado de Cruz Azul una afición numerosa y consciente del buen momento que actualmente vive su equipo. Por el lado del Atlante una afición un poco reducida pero a la vez esperanzada en lograr la permanencia en primera división.
El encuentro fue transcurriendo poco a poco hasta llegar a la goleada por cuatro tantos a uno que la máquina propinó al equipo local. Al acercarse el encuentro a su final, fue de mi atención voltear hacia arriba y ver al palco de dueños del equipo con rostros de frustración pero a la vez preocupación, expresiones que reflejaban la simple desesperación de la directiva al pensar que el equipo está muy cerca de tener los días contados en el máximo circuito del futbol mexicano.
También fue de mi asombró ver los rostros de toda la afición azulgrana que acudió al estadio, rostros de mucha tristeza o hasta fuertes gritos como «¡Ustedes no merecen esa camiseta!» o expresiones como «Espero no tardemos en Primera A lo que el Cruz Azul ha tardado en conseguir un título».
En fin, este pasado domingo, en Cancún, me encontré lamentablemente con una afición azulgrana totalmente desmotivada, triste y más que nada sin esperanzas de ver a su equipo revertir la situación que vive hoy en día. Puedo decir que vi a una afición que se siente, desde el día de hoy, en Liga de Ascenso.
Muy buen artículo Jorge, sigue así.