Tras la finalización del via crucis, Francisco recordó a los más desprotegidos.
En el día de la conmemoración de la muerte de Jesucristo, el Papa Francisco pidió a Jesús, a través de breve discurso, guiar hacia la resurrección y enseñar a todos que el mal no tiene la última palabra.
Aunque el pontífice romano presidió los oficios del Viernes Santo, fue el franciscano capuchino Raniero Cantalamessa quien se encargó de la homilía en este día solemne, en la cual cuestionó a quienes rinden culto al ‘dios del dinero’, así como a los hombres del poder.
Horas después, el Papa participó en el viacrucis, el cual constó de 14 estaciones. Así, la cruz, llevada por gente de la calle, drogadictos e inmigrantes, entre otros elegidos, regresó al ‘Palatino’, donde Francisco la esperaba. Fue en ese momento cuando éste, en improvisado sermón, proclamó: «Guíanos Jesús de la cruz a la resurrección. Enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Recordemos a los enfermos, a las personas abandonadas para que encuentren bajo la cruz la fuerza de la esperanza»
Por otra parte, en el marco de esta especial ceremonia, la Iglesia Católica donó alimentos a familias de escasos recursos, así como mermeladas, chocolates y huevos de pascua a los más pequeños.
El Viernes Santo es el único día en el cual la Iglesia Católica no celebra misa, puesto que, por respeto al recuerdo de la muerte de Jesucristo, no se lleva a cabo la consagración del pan y el vino.
Fuente de la información: EFE y Milenio
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