Miles de fieles se dan cita en el Vaticano para celebrar el ascenso a los altares de dos pontífices del siglo XX.
El papa Francisco, en compañía de Benedicto XVI, papa emérito, celebró ayer una misa en la cual se declararon santos a los pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II y de los cuales el actual líder de la Iglesia Católica señaló: “Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se dejaron aplastar por ellas. Dios fue más fuerte en ellos”.
Juan XXIII, cuyo nombre laico fue Angelo Roncalli, fue destacado como un sacerdote cuya labor permitió salvar la vida de miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, como pontífice, estableció lazos entre las religiones judía y católica.
Por otra parte, Juan Pablo II, un hombre que no necesita presentación, fue elogiado por su carisma y por su incansable labor apostólica a través de todo el mundo, acciones que le ganaron el mote de «El Papa viajero». Cabe señalar que Karol Wojtyla es el santo que más rápido ha llegado a los altares de la Iglesia Católica, ya que murió hace apenas nueve años.
La canonización es un proceso complejo, ya que la Iglesia Católica realiza investigaciones exhaustivas sobre la vida de los candidatos, la cual es a su vez analizada por la figura de un «abogado del diablo», un especialista que busca realizar hallazgos que impidan la elevación a los altares de los hombres o mujeres propuestos por los fieles o por la propia institución religiosa.