“Me encanta la frase del principito, con esa frase siempre he sido guiada y es: ‘Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos’”.
Gilda trabaja en el Centro de Atención a Foráneos (CAF), departamento que busca atender y apoyar a alumnos que no son de Mérida.
“Lo que más me gusta de trabajar en CAF es brindarle el apoyo a los padres y estudiantes porque vienen con muchas dudas y muy nerviosos (…) el darles esa mano, esa guía, ese servicio con todo mi corazón para que ellos sientan esa confianza”
Lleva 32 años de casada y tiene dos hijos: José Emilio, de 30 años, y Daniela, de 28, quien hace poco convirtió a Gilda Henry en abuela. “En esta etapa que estoy viviendo soy una mujer plena y feliz porque me acaban de dar el maravilloso regalo de ser abuela”.
“Desde el 2011 nos vinimos para acá y estamos muy felices, de verdad que el sureste tiene un encanto muy especial por su gente, es gente respetuosa, atenta y que constantemente estás aprendiendo de ellos”, mencionó.
En ese sentido, la situación de inseguridad y violencia en Tampico fue lo que hizo que Gilda y su familia vinieran a vivir para acá. Ella era asistente del rector en el IEST, escuela que forma parte de la red Anáhuac y así fue como consiguió trabajo en la Anáhuac Mayab.
A su vez, Gilda Henry participa en el coro de la universidad porque le encanta la música de alabanza, sobre todo escucharla desde temprano “siempre en las mañanas es lo que me gusta escuchar, algún mensajito que esté encaminado hacia Dios, eso me encanta».
Por último, una frase que define a esta mujer tan bondadosa y espiritual es una del famoso autor Antoine de Saint-Exupéry: “Me encanta la frase del principito, con esa frase siempre he sido guiada y es: ‘Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos’”.
Feliz día, feliz vida.
