Como en cualquiera de las siete artes, clasificar una obra cinematográfica como buena o mala resulta ser una labor sumamente subjetiva.
La percepción de cada persona es diferente, y así como habrá quien considera a Michael Bay como el peor director de la historia, también habrá quien lo verá como un ícono de la cinematografía (Dios lo perdone).
De esta forma, con tanta variedad de opiniones, ¿cómo podemos determinar cuál es una buena película? ¿Qué es lo que hace que los famosos clásicos lleguen a ese estatus de culto?
El cine trata, por sobre todo, de contar una historia a través de la imagen.
Por esto mismo, la manera en la que está filmada una película es uno de los factores más importantes en el éxito de ésta misma.
Aquí es donde la creatividad de un director entra a escena para innovar en la manera en la que está contada la historia: Orson Welles grabando desde un agujero debajo del suelo para conseguir planos que hagan a Charles Foster Kane más imponente en Citizen Kane o Stanley Kubrick usando la Steadicam para conocer el Hotel Overlook al ritmo de ‘Danny’ en ‘The Shining’.
La importancia de las tomas no radica en cuál es la más impresionante, sino en cuál es la que logra representar de mejor manera el sentimiento, el ambiente del momento específico que se está contando.
Por otra parte, los actores de una película son los encargados de traer a la vida a los personajes que tanto amamos u odiamos. No hay película que se considere buena con una mala actuación. La credibilidad de la historia recae en la manera en la que el actor nos hace creer en la existencia de su personaje.
¿Quién creería en un ‘James Bond’ que pidiera su martini (agitado, no revuelto) sin la confidencia que han traído actores como Sean Connery o Pierce Brosnan al personaje?
Recuérdese también el letal carisma de Christoph Waltz en ‘Inglorious Bastards’ o Julianne Moore jugando con la línea entre la depresión y la insanidad mental en ‘The Hours’.
Las actuaciones son las partes más memorables de una película, aquellas que se quedan en la mente de la audiencia para siempre.
Sin embargo, más allá de los aspectos técnicos y audiovisuales, lo que hace verdaderamente buena a una película es la historia que cuenta.
Una buena película es capaz de crear empatía con personajes con los que convivimos por tan solo horas.
Esto se logra a través de personajes que retratan aspectos universales de la naturaleza humana, pero cada uno con cualidades que los hacen únicos.
De esta manera, podemos identificarnos con personajes tan aparentemente diferentes como estudiantes de un colegio de hechicería, un hombre navegando por el laberinto que es el mundo de los sueños o incluso un grupo de juguetes que cobran vida ante la ausencia de sus dueños.
La maravilla de la buena cinematografía se encuentra en la capacidad de escapar de nuestra realidad, y de toparnos con mundos que van de lo muy apegado a nuestros entornos a lo totalmente fantástico.
Las buenas películas son capaces de evocar distintas emociones en nosotros, ya sea que busquemos sentir la emoción de una aventura a lo desconocido, mantenernos al borde de nuestro asiento del terror, o simplemente conmovernos ante la sentimentalidad de un drama.
Foto de portada: FilmmakingStuff.com
eL BUEN CINE SE PUEDE RESUMIR EN TRES CONCEPTOS: BELLEZA/EMOCION/CONTENIDO
lA BELLEZA, VALOR UNIVERSAL, O ES BELLO O NO LO ES.
eMOCION: O TE IMPACTA DE ALGUNA MANERA O TE DEJA FRIO.
cONTENIDO : QUE NO TE HAGA PERDER EL TIEMPO, MAS BIEN QUE TE HAGA PENSAR, POR LO MENOS UN POCO.
pUEDEN FALATAR ALGUNAS DE ESSAS CULIDADES, O CON DEFICIENCIA, ENTONCES SERÁ MENOS BUENO.