Cada 25 de diciembre los niños del mundo se alegran al ver regalos debajo de su árbol, sin embargo, la leyenda del Santo va más allá de presentes en Navidad y un hombre gordo con barba blanca que come galletas y toma leche.
San Nicolás de Myra, mejor conocido como San Nicolás de Bari en Occidente, dio paso a la creación de la figura que ahora conocemos como Santa Claus.
Nació en Patara, Licia, alrededor del año 270 D.C., que actualmente se encuentra en territorio turco. Fue hijo de una familia adinerada y destacó por ser especialmente piadoso a una temprana edad.
Después del fallecimiento de sus padres, Nicolás heredó una gran fortuna, la cual puso al servicio de los pobres.
En años posteriores, el actual Santo se fue a vivir a Myra, donde se consagró como obispo de una manera muy curiosa.
Cuenta la leyenda que varios hombres religiosos se juntaron tras la muerte del Arzobispo anterior, y al no ponerse de acuerdo, decidieron que el siguiente sacerdote que entrara al templo sería el siguiente en línea. Casualmente, apareció el Padre Nicolás.
Tras su muerte en el año 343, los restos del Santo se quedaron en Myra, no obstante, la conquista musulmana en Turquía hizo que las reliquias fueran llevadas a Bari, donde descansan hasta el día de hoy.
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