Francia se veía sumida en una crisis terrible: las dificultades económicas y financieras causaron enfrentamientos en el gobierno y el rey, Luis XVI, quien estaba a cargo desde 1774, luchaba por evitar la revolución que rápidamente evolucionaba.
Miembros de la nobleza y algunos clérigos antirrevolucionarios apoyaban al rey y a su esposa, la reina María Antonieta, para que la revolución fracasara: querían impedir que se cumpliera la Constitución de 1791, donde se establecía que el gobierno sería una monarquía limitada con una Asamblea Legislativa. Dicha Constitución había sido elaborada por otro grupo de nobles y burgueses revolucionarios.
En 1791, en su intento de huir, el rey es capturado y la tensión entre ambos grupos del gobierno crece. Habían descubierto que los reyes solicitaron la invasión de Austria y Prusia a Francia como intento de hacer caer la revolución.
Un año más tarde, desaparece la Asamblea Legislativa y aparece una Convención. Así finaliza el periodo monárquico e inicia la República. La realeza es desterrada y los burgueses toman el poder.
El 17 de enero de 1793, la Convención somete al rey Luis XVI a juicio y por 387 votos a favor y 334 votos en contra, es condenado a muerte. Se le acusó de crímenes contra el pueblo francés y traición y conspiración contra el país. Cuatro días más tarde, el 21 de enero a las once de la mañana, Luis XVI muere en la guillotina de la Plaza de la Revolución.
María Antonieta y toda la familia real –salvo algunos su hijo, Luis XVII, y su hermana María Teresa- corrieron con la misma suerte. La Revolución Francesa fue un símbolo de libertad para este país, la sangrienta muerte de los Borbón de Francia marcó el éxito para el pueblo francés que buscaba construir una república.
Henri Sanson, verdugo de Luis XVI y de María Antonieta, escribió unas cartas que fueron publicadas tiempo después de la ejecución. Había sido tan conmovido por acabar con la vida del rey –a pesar de que había asesinado a más de 2000 personas- que decidió dar a conocer el “ejemplar comportamiento” del soberano en el momento de subir al tablado de su condena.
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