Más de tres millones de brasileños se reunieron en días pasados en diferentes puntos del país –al menos 400 ciudades, entre ellas Sao Paulo y Río de Janeiro- para expresar su inconformidad ante los actos de corrupción cometidos por la presidencia de Dilma Rousseff desde el 2011.
La furia ciudadana incluyó también al círculo íntimo de la mandataria, entre los que destacan su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva –por cargos de lavado de dinero- y Rui Falcao, presidente del Partido de los Trabajadores (PT).
Debido a la magnitud de las movilizaciones, el Congreso de la nación, aunque dividido por diferentes fuerzas políticas, apoyaría el proceso de juicio político iniciado contra la mandataria de izquierda.
Los sondeos indican que más de la mitad de los brasileños está a favor del juicio político a Rousseff, reelegida en 2014 por un escaso margen para un segundo mandato de cuatro años», reportó Excelsior.
Las protestas fueron convocadas por grupos de la sociedad civil vinculados a partidos de oposición, los cuales, se identificaron con la playera verde-amarela de la Selección Nacional de Futbol.
A su vez, en diversas partes de la nación, los manifestantes incluyeron carteles con frases como «Dilma fuera’’ y «Juicio político ahora».
Una de las protestas más importantes ocurrió en la capital, Brasilia, donde aproximadamente 100 mil personas se reunieron ante el Congreso Nacional.
Precisamos pasar esta página. Necesitamos una solución rápida para superar la crisis y retomar el crecimiento, manifestó Geraldo Alckmin, gobernador de Sao Paulo, quien apoya la acción ciudadana.
Rousseff pasó el día en su residencia oficial, donde se reunió con sus ministros. Al cierre de la jornada emitió un comunicado en el que reconoció el “carácter pacífico” de las protestas.
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