Muchas veces se escucha a personas afirmar que los artistas que hoy suenan en la radio, televisión o en los llamados servicios de streaming (Spotify, Apple Music, Google Play, etc.) reciben Grammys o Brit Awards que, en realidad, no merecen, ya que la mayoría de ellos son fabricaciones publicitarias diseñadas con un fin exclusivamente: vender.
En lo personal, creo que esta gente está equivocada y que quizás sienten una necesidad de creer que tienen un gusto más “refinado” o una mente más “artística».
La música es igual de buena que la existió hace 20, 30 o 40 años. La diferencia es que ahora hay muchos más artistas que compiten por tener cinco minutos de tu atención, la cual, después de un rato, es robada por el infinito contenido y la inmediatez de Facebook, Netflix, Instagram, etc.
Para cada quien, la música representa algo diferente. Para mí, por ejemplo, la música es sentimiento: sino te hace sentir nada, no cumplió su función.
Retomando esta idea, una canción “de tres pesos” (pop comercial) te puede hacer sentir muchas cosas, como también lo puede hacer una canción escrita con el más bello lenguaje poético, metáforas que nunca habías escuchado, música que te transporta a otra parte o que te hace adentrarte en ti mismo.
¿Mi consejo?: deja de escuchar música con la razón, pero a la vez entiende que la música no es de complejidad ni de épocas. La música es un grito de expresión, un ser intentando hacer que otro sienta lo mismo que él, la cual seguirá siendo igual de buena hoy, como lo será cuando los adolescentes de 2016 sean padres y luego abuelos.
Deja de “escuchar” música y empieza a sentirla.
