¿Cuántas veces has escuchado la frase: “Eres lo que comes”? El famoso dicho es una realidad, puesto que todos los alimentos que consumamos hacen un viaje por todo nuestro cuerpo a través de la sangre y le proporcionan nutrientes o toxinas a las células. Ocurre algo semejante con los medios de comunicación.
Los medios que consumimos pueden ser buenos: aportar conocimiento, fomentar la creatividad, el crecimiento personal y funcionar como fuertes nutrientes en nuestro ser o, por lo contrario, pueden ser como la “comida rápida”, entrando y saliendo de nuestro organismo sin hacer ningún cambio o, peor aún, acumulando chatarra que, más que beneficiar, perjudica.
Marshall McLuhan— gran filósofo y teórico de la comunicación— clasificó los medios de comunicación en dos tipos: medios calientes y medios fríos.
De acuerdo a lo expuesto en el libro ‘Comprender a los medios de comunicación’, los calientes son aquellos que proporcionan una gran cantidad de información a través de un sólo sentido y que se caracterizan por no exigir una alta participación del receptor para «completar» las señales puesto que son de «alta definición». El cine, el periódico o la radio pertenecen a esta clasificación del teórico canadiense.
Por el contrario, los medios fríos, según McLuhan, son los que llegan al receptor a través de varios sentidos y proporcionan una información de «baja definición», por lo que el receptor debe «completar» buena parte en el proceso comunicativo. La televisión, el habla y el teléfono son ejemplos de la anterior categoría.
Ciertamente, McLuhan desarrolló esta idea en 1964, no obstante, a pesar de los años, no debe subestimársele porque tuvo una visión muy clara del futuro y predijo que la tecnología nos uniría al decir que el mundo se convertiría en una “aldea global”.
A su vez, creo que debemos tomar en cuenta que los medios de comunicación han revolucionado y se puede encontrar un equilibrio entre ellos. Por ejemplo, el internet y su vorágine, que lo convierten en un medio extremadamente frío.
Creo que lo ideal es encontrarle el equilibrio a todo, no abusar de ningún medio y tener una visión crítica y negociada ante ellos.
De esta forma, debemos tener presente: ¿Qué consumimos más? ¿Medios que nos nutren o información chatarra?