¿Por qué temer a la soledad? ¿Qué tiene ésta que causa conflicto con uno mismo y acorrala en un callejón que parece no tener salida?
Cada quien decide como quiere tomar provecho de ésta. La soledad te puede perjudicar, pero también puede convertirse en algo interesante: estar a solas con uno mismo para reflexionar y poner atención a lo que calla la mente. Sirve para conocerte a profundidad y descubrir lo gratificante que podría llegar a ser el dedicar tiempo para ti y nadie más.
Haz una rutina cada vez que se ponga el sol por la mañana. Levántate, estírate, respira hondo, medita un poco, hazte un té de limón, ordena tu cama y baja a la cocina a prepararte el desayuno y dar inicio a un excelente día.
No permitas ser una marioneta de la depresión o ansiedad. Que éstas no invadan tu cuerpo.
Cuando te sientas débil y que ya no puedes más, piensa en todo lo bueno que hay en tu vida. Todas esas bendiciones, necesidades y deseos que no te hacen falta. Saca papel y lápiz, deja que todo fluya, que tus pensamientos, enojo y resentimientos sean puestos en evidencia para así lograr liberar tu cabeza y alma de todas esas sensaciones de carácter negativo que no hacen más que arrebatarte la tranquilidad.
Comienza a vivir, deja el celular y cualquier dispositivo a un lado. Guárdalos y no los saques hasta que llegue el momento. Desconéctate de la tecnología y sintonízate con la naturaleza. Aprovéchala: es un regalo, un regalo que es tuyo.
Ve a caminar y observa a tu alrededor: hay tanto por ver, escuchar y sentir. Camina por la tierra mojada, ensúciate, despéinate y deja que el sol toque tu cara.
Mentalízate: no necesitas a nadie para estar completo. Al fin de cuentas, las personas vienen y van. Las que son verdaderamente valiosas son las que se quedan. Haz de ti mismo tu mejor compañía. Busca tu lugar favorito, llévate un libro, sumérgete en él y tómate un café.
Anímate a perderte y encontrarte. ¡Hay mucho por hacer y tanto por conocer!