Hollywood tiene un problema de racismo. Nadie puede negar eso. En el contexto de los últimos Óscares, docenas de artículos fueron escritos sobre #OscarsSoWhite. Un año antes, ‘American Sniper’ recibió seis nominaciones por retratar glorificantemente la vida de un reconocido xenofóbo. Al mismo tiempo, Sean Penn anunció el triunfo del mexicano Alejandro González Iñarritu — con Birdman, en la categoría de Mejor Película — con una probablemente sarcástica, pero indiscutiblemente ofensiva pregunta: «¿Quién le dió a este hijo de perra su green card?». Cabe notar que nadie cuestionó la incursión en Estados Unidos del actor británico Eddie Redmayne cuando este recogió su estatuilla esa misma noche o de la australiana Cate Blanchett el año previo.
El director aclaró posteriormente que son colegas y que así se llevan. Penn protagonizó una de sus películas, ’21 Grams’, y no es difícil ver, por sus inclinaciones políticas, una amistad entre ellos. Pero esa noche la audiencia del Dolby Theater no vio un chiste crudo entre amigos. Para usar metáforas políticamente relevantes: vio un ladrillo más en el muro del racismo en Estados Unidos y en su industria fílmica.
Veamos, por ejemplo, ‘Ant-Man’: la película de Marvel tiene entre su reparto al actor de ascendencia mexicana Michael Peña en un rol dolorosamente estereotípico, de esos que le tocan a Eugenio Derbez cuando se tira a hacer una flick del otro lado del Río Bravo.
El personaje que interpreta ‘Luis’ parece estar escrito con una lista de estereotipos latinos. Es ladrón. Habla rápido. Reside en Estados Unidos ilegalmente. Su padre fue recientemente deportado. Tiene una familia extensa. Es torpe, pero alegre. ¡El claxon de su camioneta toca ‘La Cucaracha’!
Sin embargo, múltiples entrevistas revelan que el personaje se lo debemos casi por completo al mismo Peña. El actor ha dicho que su interpretación del personaje está parcialmente basada en un colega suyo. Y así como el amigo de Peña, probablemente existen muchos mexicanos como ‘Luis’. Un estereotipo es una generalización de cualidades negativas, pero de algún lado tiene que haber sido inspirado. Tienen, aunque duela, un poco de verdad.
El problema no es la existencia de personajes que reflejen cualidades emblemáticas de los mexicanos. Es lo superficial con las que lo representan y la manera en la cuál se ven definidos absolutamente por éstas, sin espacios para una personalidad independiente de su etnia.
Volteemos la mirada a ‘The Martian’. Michael Peña tiene un papel también secundario en esa película: interpreta al astronauta ‘Rick Martínez’. Su rol, hasta donde se puede ver, es también uno muy mexicano, pero no uno estereotípico. Lo vemos bromeando con ese tan familiar estilo. Jovial y relajista. Su catolicismo, manifestado a través de un crucifijo de madera, hace una aparición corta, pero emblemática en la película y muestra otra faceta del mexicano por excelencia.
Sin embargo, la identidad de ‘Martínez’ va más allá de eso. Es científico. Es astronauta. Es militar. A lo largo de la película lo vemos ser leal, valiente, comprometido con la ciencia y con sus compañeros. El personaje es indudablemente mexicano, pero no se queda ahí. Su ascendencia es sólo una de las facetas que presenta.
Así como existen mexicanos como ‘Luis’, también existen otros como ‘Martínez’. Y también hay muchos otros, cuya cara rara vez vemos en el cine popular.
Que los «Luises» sean representados, bien sabemos que existen; pero que los demás también lo sean, de una manera que refleje la realidad del país y de sus habitantes. México está lleno de caras: que todas se vean en las salas de cine.
Y que los personajes no sean definidos enteramente por su raza ni por su nacionalidad. Esto no es decir que ésta sea ignorada — es parte importante de quienes son —, sino que sea presentada de una manera honesta y respetuosa como una de las caras de un multifacético individuo.
