La Academia Sueca rompió cánones y sorprendió al mundo el pasado 13 de octubre al galardonar al cantautor Bob Dylan con el premio Nobel de Literatura.
El premio fue, según la academia, entregado por «haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la tradición de la gran canción Americana».
Tal reconocimiento eleva al autor de ‘Blowing in The Wind’ a la talla de grandes como T.S. Eliot y Gabriel García Márquez.
La premiación resultó controversial: escritores, músicos, lectores y fans se vieron divididos respecto al mérito de Dylan.
«No hay nadie que se merezca el Nobel de Literatura más que Bob Dylan«, escribió Neil McCormick en un artículo publicado en The Telegraph. «Elevó la canción pop a las alturas de cualquier otra forma de expresión humana. La hizo arte y, en el caso de Dylan, se ha vuelto una muy literaria forma de arte», añadió.
Sean O’Hagan, de The Guardian, especuló que es «la insistencia [de Dylan] por alinearse a una tradición de composición que precede al Pop» lo que le ganó el premio. Su trayecto, argumentó, se caracteriza por reencontrar y estirar su medio: tomar influencias de grandes poetas americanos, canciones folklóricas y religión para crear música popular que se rehusa a limitarse a la expectativa.
«No es un compositor en el sentido clásico, ni un poeta en el sentido tradicional, ni crea literatura en el sentido aceptado de la palabra; ese, de hecho, es el punto — ha eludido estas definiciones a lo largo de su singular carrera», concluyó O’Hagan.
Si algo es unánime, es el talento del músico y letrista. Aún quienes son detractores de la premiación argumentan, más por semántica y categórica división de las artes, que por la calidad de su obra.
El medio digital Pitchfork publicó un editorial de la pluma de Matthew Schipper, a través del cual critica el galardón: «Es un músico, […] alguien cuya prosa existe inexorablemente con música.» Leer las líricas de Dylan sin el sonido que las entrega, argumentó, es experimentar su arte en una forma reducida.
Schipper, consecuentemente, explicó que, aunque la literatura y la música «proveen portales a nuevos mundos», asumir que lo hacen de manera similar — debido a que ambas usan letras — sería reducir los méritos de ambas formas de arte.
De forma similar, Bijan Stephen de Vice News llamó a la premiación un «fracaso». «No es para hacer de menos el trabajo de Dylan: sus talentos son extraordinarios, […] pero escribir canciones y hacer poesía son dos artes completamente distintas».
Las creaciones del artista, razona, deberían ser evaluadas «como música y letra, no como literatura».
Billy Collins, ex-poeta Laureado de Estados Unidos, argumentó lo contrario: «Bob Dylan está entre ese dos por ciento de letristas cuyas líricas son interesantes en la página, aún sin la armónica, ni la guitarra, ni su distintiva voz. Creo que eso lo califica como poesía.»
Algunos medios, como The New York Times, hicieron notar que ésta no es la primera vez que la Academia Sueca redefine lo que acepta como literatura: Winston Churchill fue galardonado con el mismo premio en 1953 por sus discursos políticos y «brillante oratoria».
La medalla del año pasado fue entregada a Svetlana Alexievich por su trabajo periodístico.
Pocos son quienes aceptarían que se premie a un músico, pero querrían ver a otros recibir la medalla – tales como Paul McCartney o Leonard Cohen – antes que Dylan. «No hay un compositor vivo que no se arrodillaría a los pies del maestro», dijo McCormick en su artículo.
Cohen, por cierto, comentó que premiar a su colega y amigo con el Nobel es «como darle una medalla al Everest por ser la montaña más alta».
Dylan ya había sido previamente galardonado fuera de su campo de trabajo con premios de renombre: fue reconocido con un Oscar en el año 2000 y un Premio Pulitzer en el 2008, así como con la Medalla Presidencial de la Libertad, entregada por el mandatario de Estados Unidos en el 2012.
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