Por: María José Ruiz Escalante
Aprovechando el estreno de ‘Inferno’, tercera entrega basada en la obra del escritor Dan Brown, después del ‘Código Da Vinci’ (2006) y ‘Ángeles y Demonios’ (2009); y tomando en cuenta que esta vez los acertijos de la trama giran en torno a la figura del célebre poeta florentino, Dante Alighieri, encontré la excusa perfecta para escribir acerca del bardo y de su obra cumbre por excelencia: ‘La Divina Comedia’, aunque, ciertamente, no hace falta excusa para comentar sobre ello.
No es ningún secreto que en la vida de Alighieri existieron dos grandes amores de los cuales, como buen poeta, nunca pudo reponerse: Beatrice Portinari y su natal Florencia.
Dante fue condenado al exilio de su ciudad natal por problemas políticos y es entonces cuando -desolado- decide comenzar a moldear la escritura que le tomó un esfuerzo de alrededor de 12 años poder perfeccionar y concluir, la cual, más adelante, sería referida como “la obra más perfecta de la humanidad” de la boca de intelectuales como el destacado escritor argentino Jorge Luis Borges.
En esta obra, donde se encuentran lo real y lo sobrenatural, lo sagrado y lo profano, lo inmortal y lo efímero, se narra el viaje espiritual que realiza el mismísimo Dante acompañado del que -según su criterio- era el mejor poeta de la edad antigua: Virgilio. Así, recorrerán el infierno y el purgatorio con el fin de obtener la plena realización tanto personal como espiritual que todo poeta debe poseer para ser digno de alcanzar la pureza en su poesía, la cual se encuentra representada en la figura de Beatriz, su rosa inmaculada.
El peregrinaje literario que Dante realiza a partir de una crisis a la mitad de su vida, se convierte en la búsqueda interior para encontrar el sentido verdadero y puro. Para revalorar su propia existencia, en un recorrido plagado de simbolismos y alegorías, de vicios y de virtudes.
Desafortunadamente para Alighieri, en la realidad, no pudo ser acreedor al “final feliz” que se adjudicó en su Comedia, término concedido por el mismo autor a su obra para evitar ambigüedades, ya que su bienaventurado desenlace no encajaba en el arquetipo de tragedia.
La muerte años antes de su eterna amada, Beatriz, seguía calando profundamente su ser. Después cayó enfermo de malaria y muere -aún en exilio- en la que era su ciudad adoptiva: Ravena.
Ni los mayores esfuerzos de un grupo de ilustres florentinos, entre ellos el artista Miguel Ángel Buonarroti, en conjunto con el Papa León X, miembro de la poderosa familia Médici, pudieron conseguir exitosamente el retorno de Dante a su Florencia.
El anhelo del poeta de regresar a su ciudad natal se vislumbraba prácticamente imposible hasta que, en 1929, se repartieron en seis sobres lo que quedaba de sus cenizas.
Actualmente sólo se conserva uno de ellos, que se encuentra en la Biblioteca Nacional Central de Florencia, ya que los demás sobres se perdieron lastimosa e inexplicablemente. Ahora sí que del poeta, ni su polvo queda…
Si bien en el infierno de Dante, conforme se desciende a cada uno de los nueve círculos concéntricos que lo constituyen, peor es el castigo a sufrir; todos los pecadores concuerdan en que no hay peor castigo que el de sentir la lejanía de Dios.
Así pues, para Dante, no hubo mayor sufrimiento que el de permanecer alejado del más grande amor de su vida: Florencia.
Referencias:
http://www.abc.es/historia/abci-dante-ante-inferno-201610160801_noticia.html
https://educacion.elpensante.com/ensayo-sobre-la-divina-comedia-resumen/
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