La Maestra en Defensa Fiscal y Administrativa por la Universidad Anáhuac Mayab, Silvia Bolio López, habló sobre la Reforma del Sistema Nacional de Bachillerato a través de un artículo de opinión para este medio.
“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar al mundo”: Paulo Freire. Tal vez la mayoría de nosotros ha escuchado acerca de la Reforma Educativa que se está llevando a cabo en nuestro país en los distintos niveles educativos. Puede ser que incluso sepamos a grandes rasgos en qué consiste, o probablemente únicamente sabemos que hay cambios en los planes de estudio, sin que indaguemos de más; y en casos más remotos externemos opiniones o hagamos comentarios (más de las veces infundados) acerca de la misma. Me atrevo igualmente a asumir que para muchas personas el tema es intrascendente.
Y lo que se está viviendo nuestro país en el ámbito educativo es todo, menos intrascendente. Particularmente me referiré a la Reforma del Sistema Nacional de Bachillerato, misma que propone una homologación del mismo, cosa que no me parece descabellada, e incluso aplaudo. A grandes rasgos, el enfoque básico de esta Reforma consiste en eliminar contenidos “innecesarios” y privilegiar el desarrollo de habilidades en el estudiante llamadas para efectos “competencias”. Stricto sensu, los maestros que impartimos clases en el nivel preparatoria nos deberíamos preocupar de manera exclusiva por desarrollar de una manera práctica nuestras materias dejando a un lado contenidos “irrelevantes”. En este caso, parecería que menos es más, porque aunque reduzcamos la “longitud” de los programas, las habilidades se desarrollarán con pocos (pero bien dados) contenidos.
Es verdad que la educación no puede permanecer estática, que la vida de hoy y las necesidades de los estudiantes nos obligan al dinamismo, a la renovación, a no caer en sistemas obsoletos. Las necesidades de los jóvenes en la actualidad piden a gritos reestructuración y cambios sustanciales. Pero no podemos llevar la falsa bandera de la “modernización educativa” cuando copiamos sistemas que han fracasado en otros países, y no podemos pretender que preparamos exitosamente a los alumnos haciendo a un lado materias elementales y conocimientos básicos, que son parte fundamental de nuestra formación.
Tal vez parecerá que mi opinión está ligeramente parcializada debido a que los nuevos programas han optado por la eliminación de muchas materias de naturaleza humanística-social, que son, en mi caso, las que imparto y las que más disfruto. Desde la infancia mi pensamiento siempre fue más afín a las ciencias sociales. Confieso que a duras penas aprobé Geometría Analítica en la preparatoria, nunca pude aprenderme bien los cuadros de las vitaminas en la clase de Biología y viví permanentemente en asesorías de Física. Hoy por hoy sólo uso la regla de tres para sacar los promedios de mis alumnas, es verdad, pero en el fondo (muy en el fondo) de mi corazón agradezco la formación integral que tuve. Agradezco que esas materias que sufrí infinitamente desarrollaron también mi pensamiento lógico y mi razonamiento sin que yo me diera cuenta.
No puedo concebir un México en donde no se enseñe Literatura, en el cual se tenga un acercamiento mínimo al pensamiento filosófico antiguo y moderno; que haga a un lado la Ética y la Sociología, y en el que los alumnos apenas vean pinceladas de Lógica; en el que se estudien a grosso modo los eventos históricos, omitiendo por completo las nociones del Arte.
Pugno por la no eliminación de las humanidades en los sistemas de bachillerato: son parte fundamental de nuestra vida en sociedad, pilares de nuestro acervo cultural, fuente inagotable del pensamiento humano. Nos ayudan a pensar y a razonar de una manera distinta a las ciencias exactas, pero no por ello son menos relevantes para la formación del estudiante. También nos dan bases y elementos para ser más capaces y desarrollarnos en nuestra vida cotidiana y laboral.
Repito: mi batalla no es en contra de la renovación y los cambios. Pero no hagamos un lado la formación integral. Es incongruente que se quiten contenidos y las Instituciones de Educación Superior sigan aplicando exámenes repletos de los mismos. ¿La idea es que la gente no entre a las universidades? Y es más incongruente aún que las Instituciones Educativas que toman estas decisiones “oficialicen” estas deficiencias y sistematicen la ignorancia en nuestros jóvenes. Sí, sistematizar la ignorancia. Cada vez veremos gente menos capaz y menos culta. Triste realidad la que nos espera.
Por lo pronto, los que por amor al arte impartimos clases en nivel preparatoria, desde nuestra trinchera libraremos nuestras propias batallas, tratando de suplir en la medida de lo posible esos vacíos en nuestros programas.
Lic. Silvia Bolio López, Maestra en Defensa Fiscal y Administrativa por la Universidad Anáhuac Mayab. Docente en el Colegio Mérida, A.C.
Para mayor interacción síguenos en nuestras redes sociales o en nuestro sitio web