Poco a poco se ha notado cómo aumenta el número de personas que se unen al estilo de vida fitness. Sin embargo, no sé si hemos sobredesarrollado nuestras capacidades de observación a un nivel superior o solo percibimos a mayor escala el hecho de que ahora nadie puede ir al gimnasio o comer algo saludable sin subirlo a sus redes sociales.
Inclusive, con la microfracción de humanidad que mantengo contacto de manera cotidiana ya sea en el trabajo, escuela o casa; puedo observar cómo esta moda va penetrando nuestras vidas. No es difícil conocer a uno que otro personaje ‘’famosillo’’ por subir fotos mientras se ejercita.
Como muchas modas de hoy en día este trend está influenciado directamente por las mismas redes sociales en las que podremos avistar que algunas de las cuentas más seguidas en Instagram o Twitter, las cuales gozan de contenido «fitness«.
Cuando esta ola de kickboxers y crossfitters inició con esta ‘’modita’’. A primera instancia me pareció muy bien, me daba un sentido de alivio en un momento en el que yo no esperaba nada bueno de las actitudes y tradiciones mainstream de mi generación y sociedad. Estamos hablando de aproximadamente el 2015 cuando la moda entre los chavos estaba más dictada por actitudes negativas e inclusive autodestructivas como nos mostraban en ese programa del canal dos que me causa bastante humor ‘’Lupe’s Rose’’, en inglés, sí, como los gringos.
Sin embargo, actualmente me parece un poco forzado el ser parte de este trend. No es que de un día a otro me pareciera que el fomentar el ejercicio y una dieta balanceada sea algo negativo, lo que sí es negativo en mi opinión, es el engañarse a sí mismo. Subir a tus redes sociales la fotografía de una comida ligera a la semana no quiere decir que estés comiendo de manera correcta, al igual que subir una foto en el gimnasio no necesariamente me dice que estás haciendo un ejercicio adecuado o peor aun ejercicio at all.
En mi opinión debemos concentrarno en estar saludables y ser felices por nuestra cuenta, antes de ocupar conciencia, tiempo y dinero -por que los gimnasios y restaurantes de comida saludable cuestan- en tratar de demostrarle a los demás que ¡sí! estamos saludables y que ¡sí! estamos felices.
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