Noviembre sin ti: 138 años sin Dostoyevski

Noviembre sin ti: 138 años sin Dostoyevski

Fiodor Dostoyevski, cuya sola pronunciación otorga un aire de cultura inefable a quien lo cita en voz alta, es recordado por ser uno de los mejores escritores de la historia.

Nació un 11 de noviembre, pero de 1821, su extensa obra literaria es hoy tan relevante como lo fue ayer: es psicólogo por excelencia, crítico de la humanidad, de su maldad y egoísmo. Ha sido elogiado por grandes hombres de letras, desde Friedrich Nietzsche hasta José Ortega y Gasset.

Las novelas de Fiodor muestran una Rusia que sabe a México, un pasado dolorosamente presente, una injusticia como su pan de cada día. Apelan al amor, resignación y auto purificación, a la sutil esperanza a la que todo nihilista se aferra como último refugio ante la injusticia de vivir, la tragedia de morir.

El lector encuentra lo mejor y lo peor de sí mismo en El doble (1846), su generosidad y compasión en Pobre gente (1846), la justicia en Crimen y Castigo (1866), la moral en El Idiota (1868), la condición humana en Los hermanos Karamazov (1880).

Las novelas del gran escritor ruso pueden alargarse varios cientos de páginas, pero la historia se mantiene viva, con un suspenso y una intriga comparables a los de tus series favoritas. Pero no toda la obra de Dostoyevski es tan larga como su nombre: cuentos como El sueño de un hombre ridículo (1877), son un verdadero agasajo que se puede disfrutar de una sentada.

Pero, la influencia del ruso no se agota en las letras. Sus tramas universales y personajes arquetípicos se disfrutan de igual manera en la pantalla grande. El doble (2013), El idiota (1951) y Crimen y Castigo (1998) son solo tres de las muchas adaptaciones que se han hecho de sus novelas para el cine, y que la primera sea una producción británica, la segunda japonesa, y la tercera americana, es una prueba más de la universalidad del genio europeo.

Leer a este gran literato podría ser la mejor manera de acabar el año y disfrutar de las vacaciones. Lamentablemente, la imparcialidad y el compromiso con la verdad obliga a advertir que la lectura de Dostoyevski es todo menos light: es inevitable que la mente engorde con cada pasar de página. Queda advertido el lector.

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