Normalmente, cuando se piensa en tecnología, la imaginación evoca imágenes de las últimas innovaciones: teléfonos inteligentes, impresoras 3D o visores de realidad virtual. Sin embargo, esta visión es limitada, porque se centra en una pequeña franja de tiempo, pero la tecnología es mucho más que ordenadores, coches y aparatos que hemos conocido en los últimos 100 años.
Los fines de la tecnología siempre han sido para el bien, pero el ser humano no le ha dado esa función la mayoría de las veces, y eso ha llevado a interpretarla como una fuente no confiable y como un factor de mala influencia.
Cuando hablamos de la evolución de la tecnología, también se habla de la evolución del ser humano y su uso de esta misma. La tecnología se puede utilizar adecuada o inadecuadamente. Muchas veces se le ha dado un buen uso, pero no siempre es así.
Nuestro mundo se está acabando y todos nos ponemos a culpar a la tecnología, pero no nos ponemos a pensar que si el ser humano quisiera darle una mejora a nuestro planeta, ahora globalizado, utilizaría la tecnología de la forma correcta, ya que es el auge de nuestro planeta en este siglo.