Todo inicia cuando estás en ese punto de extrema relajación, dejas de preocuparte y te pones a imaginar, observas cosas que tal vez podrían ser imposibles de suceder, pero ahí están.
Hay cosas inexplicables, tanto horrendas como bonitas, pero en este caso era algo hermoso. Era un paisaje divino, justo como a ti te gusta, con infinidad de cosas muy bonitas. Caminabas y en el fondo se lograba ver una cosa muy pequeña, pero entre más caminabas se iba haciendo más grande.
Era una mesa con toda tu comida favorita, la mesa estaba tan repleta, que en un día no podías acabarte todo. A lo lejos empiezas a ver que una persona que jamás habías visto, se acerca y te da la opción de cumplir todos tus deseos o despertar, piensas y obviamente decides que se te cumplan todos tus deseos.
¿Qué fácil no? Todos tus deseos se cumplirán así de fácil y así de rápido. La persona está a punto de cumplir tus deseos, cuando en ese instante se escucha a lo lejos: – ¡despierta! ¡despierta!, tendrás que trabajar duro para cumplir esos sueños.
Todo ese escenario se va desvaneciendo lentamente y todo se vuelve negro, tratas de llevarte algo de lo que está ahí, pero es tristemente imposible. Sientes un enojo y tristeza del saber que no se hará realidad todo aquello que imaginabas justo al momento de despertar.
Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».
