Hace mucho que no nos vemos, el tiempo pasa, las hojas de los árboles caen con el pasar de los meses y sigo sin olvidarte. ¿Por qué? Ya casi no recuerdo tu rostro, cada vez que alguien habla de ti, solo puedo verte desvaneciéndote como un diente de león, pero sigues ahí.
Pero dime, ¿Por qué aún no sales de mi mente? No duermo por estar pensando el motivo de tu permanencia, el sol sale y yo sigo pensándote.
No sé qué hice para estar pagando este pecado, si yo no soy culpable de tu engaño. Te di mi amor, pero lo quemaste con las mentiras de tu falso amor. ¿Qué harías con tanto?
Recuerdo esa noche que fingiste amarme mientras mirábamos las estrellas, cuando yo bromeaba con llevarte la luna. Pero de nada sirvió si tu amor ya había pisado la luna… con alguien más.
Me encerré en la penumbra de mi tristeza, mientras los recuerdos subían por mi espina dorsal, un dolor bestial que no le deseo a nadie. Pero hoy, llegó el día de encerrar tus recuerdos en la prisión de mi ser. Hoy quemaré tus recuerdos: como tú quemaste mi corazón.
Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».
Qué triste, pero poderoso final!
Salir adelante y no dejar que el pasado te queme más es una tarea complicada, pero si queremos sanar a veces hay que dejar que dejar ir.
Dios mío, esa parte de las estrella fue muy dolorosa.