Érase una vez un universo obscuro, un universo negro, un universo helado y matemático, no se sabe por qué dos estrellas que se miraron, terminaron por amarse. Tan grande y tan hermoso fue su amor que dejaron de describir infalibles órbitas para dibujarse tiernos corazones entrelazados, se querían tanto, no obstante, la distancia era grande y no podían verse ni abrazarse… era una distancia imposible, es decir, no podían contra ella.
Si tan solo durante un instante hubieran podido estar juntas, pero no, eso estaba prohibido.
Sin embargo, no se resignaron a vivir alejadas por un silencioso vacío. De esta forma, un día decidieron estar juntos, además tenían un cómplice, por lo cual, pudieron salir de su órbita
Con lo anterior, se convirtieron en dos estrellas fugaces dirigiéndose a un mismo destino, ahí podrán ser felices y nadie podrá impedirles el amor que se tienen, tan solo querían estar juntos y pasar el resto de su vida juntos.
Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».
