Me encontraba sola en casa, era un día normal, nublado, lluvioso y con viento. Estaba sentada en el sofá mirando por la ventana, pensando en todo lo que tenía que hacer con un sentimiento de preocupación, pero algo dentro de mi detonó en el momento que la sensación de incertidumbre apareció.
Lo primero que noté fue cómo el café que sostenía se movía, mi mano temblaba. Me sentía diferente, desconectada, como si tuviera que hacer algo que en ese momento no sabía lo que era, no obstante, comencé a cambiar y de la nada miré a un pequeño hombre que estaba detrás de la ventana, quien me señalaba un lugar en específico.
Abrí el ventanal, y sin acercarme mucho a él, miré a lo lejos el pueblo en caos, incendiándose, lleno de gritos, destrucción y miedo: podía sentirlo. Le pregunté al hombre lo que pasaba, pero este nunca respondió y cuando miré de nuevo a lo lejos, el hombre desapareció.
Me había quedado sola en el jardín trasero de mi casa, mirando cómo el pueblo se consumía. La verdad es que tampoco sabía qué tenía que hacer, ni podía comprender porque ese hombre se había aparecido en mi jardín señalando al pueblo, estaba desconcertada, atónita e inmóvil.
Por ello, decidí entrar en casa y no moverme de ahí, todo ese caos me estaba generando inseguridad y además me causaba miedo porque no sabía qué estaba pasando, ni entendía la aparición que había tenido. Decidí encerrarme.
Al cabo de unos minutos, me di cuenta que tenía que hacer algo. No podía dejar que mujeres, niños y hombres inocentes sufrieran mientras yo estaba a salvo, así que una chispa dentro de mí me dio la fuerza suficiente para ir en busca de ayuda.
Cuando ya estaba preparada para salir, busqué todas las herramientas posibles para llevar. Quise llamar a mis padres para avisarles lo que pasaba, pero la telefonía no servía ni había servicio eléctrico por lo que sin saber a lo que me enfrentaba, decidí dejar una nota explicando con mayor detalle.
En ese momento, comenzó a sonar un ruido muy perturbador, provenía del jardín que estaba entras de mi casa, yo me encontraba en la cocina pegando la nota en el refrigerador, cuando de pronto el sonido se hizo más fuerte.
Me dirigí al salón y vi por la ventana a una mujer vestida de blanco, tez blanca y cabello dorado. Tenía una especie de corona en la cabeza, y sin pensarlo me dirigí a ella.
La mujer me llamó por mi nombre, me dijo que el mundo estaba enfrentando al final del hombre, que todos habían colapsado por los mensajes tan irresponsables de las redes sociales y peleaban entre ellos por avaricia, poder y riquezas. Me explicó que los valores se habían perdido, que la esencia del hombre estaba quebrantada y que por ello yo debía ir a luchar, ya que era la única que se había salvado al no tener redes sociales.
Lo primero que hice fue preguntar por mis padres, y la mujer me contestó que ellos también estaban dentro de esa feroz y peligrosa lucha, por lo que me aconsejó que fuera sin escudos, sin tenor, con mis convicciones y mis creencias, ya que eso sería lo más fuerte y lo que terminaría con todo lo que estaba causando el fuego.
La mujer se me acercó, me dió un libro que tenía notas de todos aquellos hombres que habían escrito sobre la esencia del hombre, sobre los valores y la ética, me dijo que esas palabras serían mi arma más fuerte, y que la pusiera en marcha sin titubear. Luego, la mujer blanca se marchó, es decir, se desvaneció.
Caminé por el campo hacia el pueblo con valor pero con miedo al mismo tiempo, y conforme iba avanzando, mi corazón se iba acelerando. Sin embargo, mientras más caminaba, más me daba cuenta de que el pueblo era una inmensa multitud, era más grande de lo que pensaba, por lo que me quedé a unos metros contemplando el lugar.
No sabía qué era lo que pasaba, tampoco sabía cómo podría llegar al lugar sin quemarme, sin contagiarme de todo lo que miraba y escuchaba, por lo que decidí seguir mi instinto, y luchar contra todo. Tenía el libro que la mujer blanca me había dado en mis manos mientras caminaba, y de pronto, ya estaba inmersa en ese lugar que se sentía frío, superficial y banal. Por suerte, el fuego no me quemaba.
Me había sumergido en ese escenario, el fuego no me quemaba y parecía que nadie me miraba, no sabía qué hacer. Sin embargo, a lo lejos escuché una voz que me gritaba ayuda y que me decía que usara el libro. Era la voz de mi madre.
No sabía qué hacer, y cada vez sentir más temor, sin embargo, conforme pasaba el tiempo y miraba a todos aquellos hombres y mujeres pelear con gran furia, comenzaba a sentir el calor del fuego, por lo que me di cuenta que debía recordarles quiénes eran, el verdadero significado de la humanidad y nuestra verdadera esencia como hombres en el mundo. Comencé a leer el contenido del libro de manera contundente y fuerte, a pesar de que me sentía sola y temerosa.
Cuando menos me lo esperaba, volví a escuchar las voces de mis padres, quienes me decían que no me rindiera. Yo miraba a todos lados, pero no lograba verlos, no sabía de dónde provenía el sonido, sin embargo, mientras más hablaba y leía lo que el libro decía, sentía a mis padres más cerca de mí, por lo que recordé todas aquellas veces que había pasado a su lado, y fue entonces que por medio del amor, dejé el temor a un lado y seguí luchando contra todo.
Las llamas y los hombres cada vez más dejaban de pelear, y estos se iban uniendo poco a poco detrás de mí, formando una especie de ejército.
Conforme iba recordando lo que éramos, el fuego se iba apagando, y los hombres dejaban de luchar entre ellos, no obstante, yo hablaba y recordaba todo lo que había antes de este colapso y las cosas buenas que teníamos, cuando se paró delante de mí una mujer muy hermosa, vestida de rojo.
La mujer de rojo me abordó, me ofreció riqueza, poder, y me dijo que me detuviera, que era mejor ser “un influencer” con millones de seguidores en el mundo a costa de cualquier precio. Por ello, me dijo que le diera el libro y que, si hacía lo que ella pedía, tendría mucho dinero a costa de todos, que sería poderosa, y todo el mundo buscaría ser como yo, incluso me dijo que sería la más hermosa y la más conocida, que el mundo se pelearía por mí, por lo que me enseñó en ese momento, cómo sería mi vida si seguía lo que me ofrecía.
La aparición de la mujer roja en mi vida me había desconcertado, y me había mostrado un mundo que no conocía, me sentí vulnerable pero no me había dado cuenta. Sin embargo, al dejar de seguir hablando y leyendo, los hombres que se habían convertido en mi pequeño ejército, comenzaban a sumarse de nuevo en aquella ardiente lucha, por lo que sabía que debía de renunciar a lo que la mujer roja me había ofrecido.
Decidí rechazar su oferta, por lo que seguía caminando y recordando lo que era el hombre, pero la mujer roja seguía mis pasos, y me ofrecía cada vez más una mayor recompensa, y aunque me costó, luché siempre contra mi interior y decidí seguir avanzando.
La mujer roja desapareció, por lo que me sentí fuerte. Mi ejercitó cada vez más era más y más grande, sin embargo, pese a que yo me sentía preparada para seguir luchando, no sabía que lo peor aún no había llegado, ya que cuando me quedé al centro de la pelea, me di cuenta que los hombres que se encontraban ahí, no eran hombres normales, sino que eran superhombres, como la mujer roja, por lo que combatirlos sería una gran lucha.
Mi corazón latía rápidamente, sentía incluso cómo me sudaban las manos, sentía como corría la sangre por mis venas, empero, cuando comencé a entrar al núcleo de esa horrible e insensible pelea, me di cuenta que tenía toda una multitud detrás de mí que creía en mí y que comenzaban a decir y repetir lo mismo que yo había hecho antes.
Me sentí protegida y respaldada, por lo que caminé y seguí con mis ideales más fuertes que nunca, mi fuerza interna creció, mi voz era más convincente y más fuerte, llegando al punto en el que ya no leía, hablaba por mí sola, expresando todo aquello que mi corazón sentía y que había aprendido a lo largo de mi vida.
Pese a que poco a poco los hombres se iban destruyendo, comencé a desesperarme porque era un ejército interminable, sin embargo yo ya había encontrado la fuerza, el don, la felicidad y no podía dar marcha atrás, así que seguí adelante, porque tenía la gran ilusión de encontrar a mis padres entre aquella enorme y ardiente multitud.
Después de llevar horas en aquella intensa lucha, una mano tocó mi hombro. Me di la media vuelta, y miré a mi madre, quien tenía de la mano a mi padre. Me susurró al oído, me dijo que ya estábamos salvados y que nos fuéramos, que dejará la lucha, por lo que me hice un momento a un lado para abrazarlos y hablar con ellos.
La mujer blanca reapareció cuando hablaba con mis padres. Me recordó la importancia de la lucha, además de que yo necesitaba continuar y salvar a la humanidad, por lo que le explicó a mis papás la importancia de mi papel, el significado de mis acciones y sobretodo me dio la fuerza para poder acabar con lo que había comenzado y con aquello que tanto trabajo que había costado.
Cuando regresé a la lucha, volví con más fuerza y con más valentía, lo cual me permitió acabar con el fuego y con la lucha de aquellos hombres que estaban tan enajenados y tan enojados. Por ello, después de tanto ruido y desgaste, al final el silencio sucumbió en todo el lugar.
Pude decirle al mundo quiénes éramos, puede recordarles nuestros valores, nuestra esencia como personas y sobre todo, pude gritar a los cuatro vientos que el hombre estaba hecho para ayudar, para amar y para razonar, y así fue como aquella lucha acabó.
Volví a casa con mis padres, y como estaba tan cansada, me quedé dormida. Al día siguiente sin saber lo que pasaba, pude darme cuenta de que no sabía qué había hecho, no comprendía el significado de lo que había pasado. Bajé a hablar con mis padres, les pregunté por lo que había sucedido, pero parecía que ellos no recordaban nada, por lo que pensaron que había tenido un sueño muy profundo.
Al estar tan desconcertada, de nuevo la mujer blanca apareció en mi habitación, y fue ella quien me explicó, que lo que había hecho había trascendido y que había ocurrido, pero que todos los demás lo habían olvidado, por lo que la lucha sería sólo un recuerdo en mi mente, lo cual me calmó.
Luego la mujer blanca se despidió y me dijo que esa sería la última vez que hablaríamos, y también agradeció mi valentía, ya que, pese al riesgo que mi vida corrió, pude sacar mi fuerza y luchar contra todos los obstáculos que se me presentaron en el camino.
No obstante, pese a lo que la mujer blanca me dijo, pude encontrar paz en mi interior y lidiar con la situación, lo cual, me dejó la enseñanza de arriesgarme siempre por aquello que vale la pena, pese al costo que tenga, porque aunque nuestra vida peligre en una situación fatalista como la que yo viví, siempre debemos hacer todo porque el amor y el buen corazón triunfe.
Las redes sociales no son malas, pueden ser utilizadas en nuestro beneficio, por lo que debemos entender que existen límites y que no debemos de ser egoístas o imprudentes, tampoco debemos pelear por tener más sino que debemos pelear por ser mejores personas y aunque este camino aún es muy largo para el hombre, debemos salir adelante antes de que como especie, nos extingamos.
Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».