Sábado 1 de marzo de 2025. En la Plaza Grande, parejas de enamorados, turistas y adultos mayores disfrutan de la noche. Sin embargo, los trovadores han desaparecido. No hay guitarras sonando en los alrededores del Palacio Municipal, la Casa de Montejo o la Catedral.
Apenas un mes atrás, un trovador solitario tocaba su guitarra en la acera del Centro Cultural Olimpo. Nadie lo escuchaba.
La trova y su lento adiós
Hace décadas, la Plaza Grande era el punto de partida de las serenatas. “Trova, trova, trova”, anunciaban los músicos a los automovilistas. Los jóvenes los contrataban para dedicar canciones a sus amadas.
Hoy, la escena ha cambiado. Policías, taxistas y comerciantes confirman que la trova en la Plaza Grande es cosa del pasado. Aunque en ocasiones aún se ve a algún músico solitario, la tradición parece haber desaparecido.
Factores de su desaparición
Según los propios trovadores, la pandemia de Covid-19 fue el golpe final. Muchos de los músicos, de edad avanzada, fallecieron o se retiraron. Otros emigraron a Cancún, donde encontraban mejor paga en los hoteles. Sin embargo, la inseguridad en esa ciudad hizo que algunos regresaran.
Pedro Ortiz May, del trío “Los Aluxes”, lo explica de forma cruda: “Muchos se murieron. Los más jóvenes tenemos 70 y pico, somos los que quedamos en las calles”.
La nueva realidad de la trova
Hoy, los pocos trovadores que quedan buscan clientela en restaurantes del centro, recorriendo el parque Hidalgo y Santa Lucía. Antes de la pandemia, una serenata costaba 600 pesos por cinco canciones. Ahora, por siete canciones, el precio ha subido a 2,000 pesos.
Pero el mayor problema no es el costo, sino el cambio en las costumbres. “Los jóvenes ya no llevan serenatas”, lamenta Ortiz May. Y con esa ausencia, la trova, una de las tradiciones más románticas de Mérida, parece estar desvaneciéndose.