Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El?Chapo” Guzmán, se declaró culpable este 1 de diciembre ante una corte federal en Illinois por cargos de narcotráfico y crimen organizado, y admitió haber secuestrado al histórico capo Ismael “El Mayo” Zambada con el fin de entregarlo a las autoridades de Estados Unidos.
Según su propio testimonio, la operación comenzó con una supuesta invitación a una reunión para “resolver diferencias políticas” en Sinaloa. Una vez en el lugar, Guzmán López condujo a Zambada a una sala privada, retiró el vidrio de una ventana —sin que el llamado “individuo A” lo notara— y, tras cerrar la puerta con llave, permitió que hombres armados ingresaran por esa ventana. Zambada fue esposado, cubierto con una bolsa en la cabeza y sacado por la ventana. Posteriormente fue trasladado en camioneta a una pista de aterrizaje, donde abordaron una avioneta. En ese vuelo, Zambada fue sedado; la bebida con sedantes fue preparada por Guzmán López, y tanto él como Zambada ingirieron parte.
La aeronave partió desde Sinaloa con destino a Nuevo México, Estados Unidos, donde al aterrizar las autoridades detuvieron a ambos.
Guzmán López reconoció que su intención al entregar al “Mayo” era obtener un beneficio judicial de parte de Estados Unidos, aunque admitió que no tiene certeza de que tal crédito fuera garantizado.
Con esta confesión, la operación marca un episodio clave en la historia delictiva del Cártel de Sinaloa, al evidenciar una traición interna de niveles extraordinarios, además de poner en evidencia la colaboración de un miembro de alto rango con autoridades de otro país.