Para que México tuviera que enfrentar otra vez dos fenómenos naturales al mismo tiempo, tuvieron que pasar 28 años. Por el Golfo de México, entró el huracán “Ingrid”, acompañado de la tormenta tropical “Manuel” por el lado del Pacífico, hecho que dejó a 29 estados afectados.
Con cada día que pasa, la malaventura que viven los 1.2 millones de mexicanos incrementa, pues sube el número de decesos. Sin embargo, lo que más preocupa es el desconocimiento del gobierno ante todas las poblaciones necesitadas. Queda claro que el gobierno no tiene control alguno sobre los meteoros, pero sí de la prevención y atención de sus efectos.
La incertidumbre del futuro asusta, pues, en los próximos años, los cambios climáticos podrían empeorar, repercutiendo en alrededor de 27 millones de mexicanos. Así, en vez de crear reformas que quedan extremadamente cortas para el desarrollo que buscan implementar, se debe de instaurar una política que reduzca la vulnerabilidad de la población mexicana, en este caso, un plan hídrico.
El Programa Hídrico Nacional (PHN), que se implementó durante el gobierno de Felipe Calderón, aparentaba tener buenas intenciones, ya que buscaba reducir riesgos que los efectos de desastres naturales y atender a la población. También tomaba en cuenta a habitantes en zonas más vulnerables para trasladarlos por su seguridad. Pero, ¿qué tanto de esto se efectuó en esta ocasión?
Los resultados de la PHN fueron decrépitos y solamente demostraron que los efectos positivos que puede dejar un desastre natural, como lo es la conservación de agua en lagos y presas, no puede ser utilizada para gran territorio nacional que sufre de sequías.
En este sentido, se requiere de un plan hídrico eficaz, que tenga las aptitudes para poder disminuir la vulnerabilidad de los mexicanos ante fenómenos meteorológicos, en vez de que el gobierno se tome el tiempo de crear reformas tan presumidas. Al menos no habría pérdidas por negligencia de los políticos.
Cabe destacar que resalta que, las regiones donde más hubo daños, son zonas en las cuales no existe la infraestructura apropiada para dichos desastres naturales.
Es sumamente triste ver el desbalance en el país: mientras la sequía atormenta los días de muchos lugares, otros son desmantelados por las lluvias. El Fondo de Desastres Naturales (Fonden), a pesar de que busca una rápida rehabilitación de las poblaciones, no es suficiente. Se requiere de una elaboración específica de una planeación hídrica para poder prevenir consecuencias y sobrellevarlas, al igual que impulsar los puntos positivos que dejan fenómenos climáticos.
Es importante destacar que uno de los logros humanitarios a través de la historia fue el control del agua. Por ello, sería insensato e imprudente que México no aprovechara esta dura lección que recién acaba de vivir.