En la mañana del día 13 de agosto de 2014, el candidato a presidencia de Brasil, Eduardo Campos, embarcó en una aeronave en dirección a ciudad de Guarujá. Invitó Marina Silva, la vicepresidente de su partido, para embarcasen juntos, pero Marina rechazó la invitación porque tenía una grabación de programa electoral en São Paulo. A las 09:50 el piloto de aeronave de Campos informa que había poca visibilidad y cuando pasa por el barrio de Boqueirão, el avión se cae. Campos muere.
Ese episodio cambió los rumos de las elecciones en Brasil. Hoy, Marina es la candidata del PSB y ocupa el segundo lugar en el ranking electoral con 30% de los votos, al contrario de Campos, que estaba en tercero lugar con 8% de los votos.
Ahora, para Marina, sólo resta hacer propuestas para cambiar preferencias de votos y convencer a los electores que están hartos de la polaridad PSDB-PT, con sus lavajes de dinero en Minas Gerais y Distrito Federal. Hasta hoy, sus programas fueron confusos y superficiales. Habla sobre “brasileños socialistas”, “desfavorecidos”, “ejes programáticos”, “sustentabilidad”, “democracia de alta intensidad”, etc. Pero nada práctico y eficaz, y los brasileños esperan propuestas concretas y un efectivo cambio de las cosas.