Año nuevo es una fecha llena de propósitos. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, la gran mayoría aprovecha el inicio de un nuevo año para marcarse nuevos propósitos, así como para renovar antiguos que quizás nunca se cumplieron.
Siempre es motivante la idea de comenzar de cero, de cambiar de rumbo la vida, de cumplir los sueños, de dejar los vicios, de alcanzar las metas, de dejar atrás el pasado y mirar de frente al presente, después de que termina un año y comienza otro, con nuevas oportunidades.
Sin embargo, es importante reflexionar el por qué la gran mayoría de estos propósitos no se cumplen, y entonces, se repiten en la lista de cada nuevo ciclo.
La respuesta al cuestionamiento es simple: muchas veces se pierde la objetividad y se deja a un lado el razonamiento a la hora de definir propósitos, pues son tan elevados los deseos y tan ideal esta fecha para proponerlos, que la gente rara vez analiza si son alcanzables sus metas.
La clave está en fijar propósitos realizables, así como con un tiempo determinado para cumplirse. A su vez, éstos deben ser claros y concretos. No se cumplirán por sí mismos: sólo se alcanzaran a medida que la persona deposite su mayor esfuerzo en el día a día, para con constancia y paciencia, alcanzar sus metas.
Los propósitos, sean de año de nuevo o de cualquier otra fecha, sólo podrán cumplirse aportando esfuerzo, entrega y dedicación, llevadas de la mano con la paciencia, la constancia, la voluntad y el compromiso.
Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/-XTycCX_Mdt4/UsGRMF21RII/AAAAAAAAAIU/MQBBxzVB0tE/s1600/a%C3%B1o.jpg