Era el año 1736 cuando la parroquia de Santa Rosa, Venezuela, esperaba a la imagen de la Inmaculada Concepción de María. Por equivocación, fue María Divina Pastora de las Almas la que llegó al pueblo, y desde entonces, parece que la Virgen nunca ha querido abandonar el lugar.
Apenas llegó a Santa Rosa, el párroco quiso devolverla pero al levantar el baúl en el que había llegado, la imagen era extremadamente pesada; todos decían que la Divina Pastora, había decidido quedarse.
En 1812 la iglesia donde se veneraba a la Virgen fue destruida por causa de un terremoto. El milagro fue que ella se conservó intacta. Tiempo después, en 1855, la epidemia de cólera invadió Venezuela. La gente moría y el resto estaba desesperada. Fieles a su virgen, los habitantes de Santa Rosa (ubicada en la ciudad de Barquisimeto), hicieron una procesión con la Divina Pastora.
El 14 de enero de 1856, el padre Macario Yépez, ya infectado de cólera, le imploró a la Divina Pastora que fuera la última persona en morir por la enfermedad. Milagrosamente la epidemia cesó. La Virgen había acabado con el cólera.
Desde ese año, la tradición de recorrer el camino de Santa Rosa a la Catedral de Barquisimeto se ha conservado. Más de 3 millones de feligreses se reúnen en su honor, convirtiendo a esta peregrinación en la más grande del mundo (la Virgen de Guadalupe y la Virgen de Fátima reciben a otros millones pero no salen en procesión con ellos). En Venezuela la Divina Pastora recorre con su gente los mismos caminos todos los años.
Fuente: ucla.edu.ve, noticias24.com