Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.
Sor Juana Inés de la Cruz: Amor empieza por desasosiego.
Estrofa de versos inspirados en el amor y sus pasiones que dan inicio a uno de los sonetos más reconocidos de la inspiración de la poetisa de las letras de oro, la figura principal de las letras hispanoamericanas del siglo XVII.
Detrás de una narrativa profunda, reflexiva y apasionada persiste al tiempo la poderosa pluma de quién es considerada la máxima exponente del Siglo de Oro y formadora –sino es que creadora–, de la literatura mexicana: Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nacida en México el 12 de noviembre de 1648 (otras fuentes señalan que en 1651), conocida en las letras como sor Juana Inés de la Cruz. De manera que, la literatura mexicana se engalana conmemorando 376 años de su nacimiento. Para celebrar a la «décima Musa», he aquí algunos datos interesantes que tienes que conocer de su vida.
La niña de los «muchos libros» y el afán de saber
Desde niña, Juana Inés manifestó gran inquietud por el conocimiento: a los 3 años de edad empezó a tomar clases para aprender a leer. Según sus palabras, bastaron muy pocas lecciones para lograrlo. Entre los 6 y 7 años, ya sabía escribir. Tiempo después, escuchó que «había Escuelas y Universidades en que se estudiaban las ciencias», entonces insistió a su madre para que la mandase a la ciudad de México, pidiendo que la vistieran de varón para así poder estudiar. Sin embargo, ella no aceptó. En esa época las mujeres no podían asistir a la universidad. Ante la insistencia, su madre terminó por enviarla a casa de su abuelo donde había «muchos libros», con la intención de llenar ese vacío por la lectura. Tanto aprendió que, según nos dice, cuando llegó a México «se admiraban no tanto del ingenio, cuanto de la memoria y noticias que tenía en edad que parecía que apenas había tenido tiempo para prender a hablar» (Sor Juana Inés de la Cruz, Respuesta a sor Filotea de la Cruz).
Entre sus estudios, destacan la gramática y el latín –que un primo le enseñó–, el cual dominó en poco tiempo. La adquisición de esta lengua representa un hito en la vida de Juana Inés, pues, catapultó y amplió significativamente sus conocimientos. Lo cual, impactó y benefició su habilidad como escritora y, en consecuencia, influyó en la construcción de la literatura mexicana. Pues, el latín era considerado de «uso culto» y en esa lengua se escribían muchos libros y tratados teológicos y filosóficos, piedras angulares del conocimiento de aquel entonces. Mismos que eran controlados por la Iglesia. Juana Inés había logrado tener acceso al conocimiento universal.
Sor Juana Inés de la Cruz: entre el deseo por el conocimiento y el hábito religioso
Era tanta la pasión y exigencia que ponía en su aprendizaje que hasta se cortaba el cabello, cuatro o seis dedos, y si cuando volvía a crecer no aprendía lo que se había propuesto, lo cortaba de nuevo; pues, decía que no le parecía tener la cabeza llena de pelo y vacía de conocimiento. Lo cual, consideraba superior a cualquier hermosa cabellera.
Cuando era adolescente, sus grandes conocimientos y habilidad poética –inusuales en las mujeres de esa época– le dieron tanta fama que los virreyes quisieron conocerla. Incluso, doña Leonor María Carreto, esposa del virrey, la nombró su dama de honor. El mundo se abría por completo para Juana Inés, con su acceso a la corte podría desarrollar su capacidad para la escritura. Se dice que el virrey reunió a cuarenta eruditos para que plantearan diversas preguntas a Juana en público –parecido un examen de graduación–, y ella salió triunfadora, causando la total admiración de su majestad.
Como era joven, no deseaba casarse, sino seguir aprendiendo y, sobre todo, desahogar esa habilidad para la escritura y la poesía. Entonces, no le quedó más que optar por la vida religiosa, misma que ejerció sin vocación. Al ingresar al convento de San Jerónimo, Juana Inés tomó el nombre de sor Juana. Detrás de los hábitos de monja conservaba su inquietud por el saber, realizando uno de sus sueños: concentró una biblioteca que superó los cuatro mil ejemplares.
La escritura poética: del amor al desamor
Sor Juana Inés de la Cruz fue una escritora prolífica, destacándose por su lírica y los asuntos del amor. ¿Sabías que fue la primera mujer de su época en escribir sobre el amor? Su obra es un profundo análisis de lo que era –o debía ser– el amor verdadero, cautivado por la virtud. Tema central de su libro Amor es más laberinto (1689) que, junto con Los empeños de una casa (comedia de enredos, considerada la cumbre de la obra en verso de la literatura novohispana, 1683) y La segunda Celestina (aunque hay varios debates sobre su autoría) componen sus tres obras dramáticas.
Pero, ella no se olvidó de su contraparte, y en su producción literaria predomina la decepción, los celos, el amor no correspondido y otras pasiones que trae el desamor. En sus sonetos tiende a representar las virtudes del amor en el amado, en cambio los vicios en el amante, a quien a menudo personifica como aborrecible. Al respecto, algunos críticos han querido ver una posible frustración por un amor no correspondido en la corte. ¿Tú qué piensas?
La «décima Musa» y su trascendencia en la literatura mexicana
Juana Inés, sor Juana Inés de la Cruz, tenía habilidad para la escritura poética desde muy joven. Lo cual, la llevó a convertirse en la máxima exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Su pluma la llevó por la lírica, el auto sacramental, el teatro y la prosa. Nombrada «la décima Musa», su estilo ingenioso, hábil, filosófico, bello, barroco e innovador edificó a la literatura mexicana. Sin sor Juana, la literatura mexicana no sería lo que es hoy en día.
También, debe destacarse el posicionamiento que hizo de la mujer desde la literatura: en Respuesta a sor Filotea de la Cruz (1691), se pronuncia a favor del derecho de las mujeres a la educación; y, en Hombres necios (1689), despliega una fuerte crítica a las actitudes morales de los hombres contra las mujeres. En su universo literario la figura femenina lidera bajo los términos de una igualdad social exigida. Las voces de esas mujeres –y la de ella misma– son la poesía materializada en sonetos y versos que lograron trascender a su momento histórico. Sor Juana estaba adelantada a su época.
El legado de la también llamada «el Fénix de América», ha sido admirado por escritores de la talla de Octavio Paz, Amado Nervo, Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia, entre otros. A tres siglos de su nacimiento, nos queda reconocerla como la edificadora de la literatura mexicana y celebrarla leyendo su ingeniosa obra. ¿Cuáles de sus escritos conoces?
El Día Nacional del Libro
En conmemoración al nacimiento de Sor Juana, se celebra el Día Nacional del Libro desde 1979 por decreto presidencial. Cada 12 de noviembre celebramos nuestra literatura mexicana, llena de cultura, tradiciones, identidad, belleza y sabiduría. Asimismo, reconocemos a sus autores que han sabido contribuir y posicionarse dentro de la literatura universal. ¿Quién no se ha dejado maravillar por las letras de Octavio Paz, Juan Rulfo o Mariano Azuela? La lista es larga.
Su iniciativa, además de reconocer a sor Juana como la máxima representante de la literatura mexicana, busca fomentar la lectura en la población, especialmente entre niños y jóvenes. Sin libros y lectura no hay desarrollo social.
Luego de conocer un poco de la vida y obra de sor Juana Inés de la Cruz, es fácil apreciar el legado de su narrativa creativa, inteligente y profunda. Sus hábiles letras le concedieron un lugar muy especial dentro de la cultura popular mexicana, haciéndola transgeneracional. Si lo pensamos bien, es ella quien otorga identidad a la literatura y a la cultura de nuestro país.
A más de trescientos años de su nacimiento, su lírica inmortal, sus figuras literarias evocando al amor y su tremendo anhelo por el conocimiento nos siguen causando la más sentida admiración. Sor Juana irá para siempre en la psique colectiva y en nuestros corazones, donde ha logrado inmortalizarse entre sonetos y letras de oro.