Así se vive el Día de Muertos en Mérida: tradición, Pib y memoria eterna

Así se vive el Día de Muertos en Mérida: tradición, Pib y memoria eterna

Cementerio general de Mérida en Día de Muertos
Cementerio general de Mérida en Día de Muertos

En Mérida, el Día de Muertos se celebra con flores, Pib y altares llenos de amor. Conoce cómo los yucatecos honran la vida a través de la memoria.

El Día de Muertos en Mérida, Yucatán, es mucho más que una tradición: es una experiencia profundamente espiritual que combina fe, cultura y comunidad.

Cada año, los días 1 y 2 de noviembre, las familias yucatecas se reúnen para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos. Las calles se llenan de flores de cempasúchil, velas encendidas y aromas que evocan los recuerdos de quienes ya partieron.

El Cementerio General de Mérida se convierte en el epicentro de esta tradición. Desde temprano, decenas de familias llegan con cubetas, cepillos y flores para limpiar las tumbas, colocar ofrendas y pasar un momento junto a sus difuntos. Algunos oran en silencio; otros comparten anécdotas o incluso ríen, transformando el duelo en una expresión de amor y gratitud.

El Cementerio General: memoria colectiva de Mérida

Caminar entre los pasillos del Cementerio General durante el Día de Muertos es adentrarse en una mezcla de emociones. Se observan tumbas cuidadas con esmero y otras cubiertas por el paso del tiempo, todas testigos del vínculo inquebrantable entre los yucatecos y sus raíces.

El ambiente es solemne pero vivo: los colores del cempasúchil contrastan con el mármol gris, las velas parpadean con el viento, y el murmullo de las oraciones se mezcla con las risas de los niños.

También es común ver a turistas nacionales y extranjeros recorriendo el lugar. Muchos se sorprenden por la calidez con la que se vive esta fecha en Yucatán, donde la muerte no se percibe como un final, sino como un regreso temporal de las almas al hogar.

El sabor del recuerdo

Pib o mukbil pollo yucateco

En Yucatán, el Día de Muertos recibe el nombre de Hanal Pixán, que en lengua maya significa “comida de las almas”. Este nombre resume a la perfección el espíritu de la celebración: la comida se convierte en un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

El platillo más emblemático es el Pib, o mukbil pollo, un tamal gigante hecho de masa de maíz, pollo, recado rojo y otros ingredientes tradicionales, que se cocina bajo tierra envuelto en hojas de plátano. Prepararlo es un acto familiar y ritual: se amasa, se reza y se comparte.

En los hogares, los altares se decoran con fotos, velas, pan de muerto, bebidas, dulces, flores y objetos personales de los difuntos. Cada elemento tiene un significado: el agua representa la pureza, la sal protege, la vela ilumina el camino y el aroma del incienso guía el regreso de las almas.

Un legado que perdura

Para los habitantes de Mérida, el Día de Muertos no es solo una tradición, sino una manifestación viva de identidad y pertenencia. Es la oportunidad de enseñar a los niños el valor de la memoria, el respeto por los antepasados y el orgullo de sus raíces mayas y mexicanas.

Mientras cae la noche, el cementerio se ilumina con cientos de velas que titilan entre las sombras. En cada altar, en cada plato de Pib, en cada flor colocada con cariño, se encuentra la certeza de que la muerte no borra el amor, solo lo transforma.

El Día de Muertos en Mérida es, al final, una forma de recordar que los lazos más fuertes no se rompen con el tiempo… se mantienen vivos, entre flores, aromas y recuerdos eternos.

Autores de la nota:

Ana Belén Román Herrera

Giancarlo Iriarte Joya

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