Sin duda alguna, el máximo tópico de discusión dentro de la política mexicana en estos momentos es la confirmada aceptación del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal y ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador a un debate público con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. El tabasqueño, quien se negó a participar en el debate entre candidatos en 2006, sorprendentemente accedió a la invitación de uno de los máximos líderes de influencia y poder en México, incluso proponiéndole hacer uso del espacio de aire de Televisa, la cadena con mayor cobertura mediática en el país y fuertemente vinculada con el ex mandatario.
Este debate, de llevarse a cabo con la menor manipulación posible, podrá fácilmente ser acreedor al título de la lucha pública y organizada no sólo de líderes de opinión y políticos, sino de fundamentos y logísticas ideológicas más importante en la historia de México. Ambos idolatrados, admirados, temidos y hasta odiados por los diversos sectores del país, estos sumamente polémicos y pintorescos personajes protagonizan la clásica novela entre el bien y el mal. El rol que ocupa cada uno es y será ya dictaminado por cada ciudadano.
Por un lado tenemos a Salinas, máximo estandarte de la iniciativa privada y el modelo neoliberal que hasta la fecha rige al sistema mexicano; presidente electo bajo condiciones altamente sospechosas y sumamente controversiales, incluso admitidas como fraudulentas por el también ex presidente y militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Miguel de la Madrid, entre otros; sus políticas pro-monopólicas asentaron las bases para convertir en lo que hoy representan a muchos de los más grandes líderes económicos del país, por lo que su influencia a producto de cadena de favores lo colocan como posiblemente la persona más poderosa de México; es el arquitecto detrás de las alianzas PRI-PAN. Por el otro está AMLO, principal líder opositor del sistema neoliberal y la iniciativa privada; perdedor de las igualmente controversiales y más reñidas elecciones presidenciales de 2006 (de cuyo resultado acusa, entre otros, a Salinas); opositor público a las alianzas entre partidos únicamente con fines numéricos y sin bases ideológicas posibles; encabeza una de las dos mayores fracciones del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y es actualmente precandidato a la presidencia.
¿Qué podemos esperar? Siendo ampliamente optimistas, una agresiva pero ordenada y estructurada lucha entre las dos principales ideologías que dividen a este país, adornadas por el inflado ego y presencia de los actores. Salinas adoptará el papel de diplomático pero frío calculador, golpeando más fuerte en el momento indicado. Obrador, por su parte, tiene la mala fama de entrar al plano de la vulgaridad y la grosería debido a su alta volatilidad; eso sí, cada explosión exponiendo crudamente atrevidas y peligrosas verdades. Lo más seguro es que ambos políticos se tomen un tiempo para criticar el gobierno del otro. Aquí es donde radica uno de los principales problemas: el desvío de la atención del debate de temas más relevantes al rumbo de las elecciones del 2012, destacando las alianzas entre partidos y la iniciativa privada.
Andrés Manuel ha accedido a las condiciones y logística que Salinas de Gortari decida establecer. Se espera que la difusión sea por medio de Televisa, aunque Carmen Aristegui ya ha ofrecido su espacio matutino en MVS en caso de requerirse una alternativa. El pronóstico es más que nublado, ya que nadie se imaginaba que el peje fuera a aceptar un debate público con el innombrable. ¿Habrá Andrés Manuel estado guardando alguna sorpresa para un momento como este? ¿Cómo reaccionará un Salinas que posiblemente no contaba con esta reacción de López Obrador? Estos son algunos de los temas y encabezados que posiblemente más se lean, suenen y discutan a lo largo de la espera al evento. Habrá que presenciar hasta qué punto la presión e influencia mediática manipula nuestras opiniones y expectativas y qué predomina sobre nuestra objetividad: ¿nuestro amargo recuerdo del pasado de Salinas o la prostitución de la imagen pública de López Obrador? Este momento debe ser de máxima importancia e interés para todo ciudadano mexicano que aun crea en la democracia. Para quien no esté a favor de los participantes, por favor tome en cuenta que aquí no sólo debaten figuras individuales; aquí debaten el futuro de las dos caras entre los cien millones de mexicanos.
Por Enrique Aguilar J.