Diálogo de Benedicto XVI con los periodistas en el vuelo papal
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 23 marzo 2012 (ZENIT.org).- El papa mira a México y Cuba pero su pensamiento se dirige a todo el gran subcontinente latinoamericano. Lo ha explicado Benedicto XVI a los periodistas que le siguen en su visita pastoral. El objetivo del viaje es llevar a Cristo y su amor al centro de la historia, para llevar al hombre al centro de la vida.
Ha tenido lugar como siempre –informa el diario vaticano L’Osservatore Romano- en un clima de gran cordialidad el encuentro con los 72 representantes de la prensa internacional al principio del viaje. Durante el vuelo hacia la ciudad mexicana de León, el papa se ha reunido con los periodistas a las 11 de la mañana, acompañado por el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.
Las preguntas al pontífice se han referido también a la difícil situación de México, atormentado por la violencia destructiva del narcotráfico, el papel de la Iglesia en el continente entre contrastes sociales y debates sobre la herencia de la «teología de la liberación», la cuestión de los derechos humanos en Cuba con los reflejos de la perdurante precariedad de los equilibrios internacionales en referencia en la isla caribeña, los numerosos desafíos que se presentan en el horizonte de la Iglesia latinoamericana, empeñada en la misión continental iniciada tras la conferencia de Aparecida.
Tras las huellas de Juan Pablo II
El primer pensamiento ha sido para el papa Wojtyla, sobre cuyas huellas ha dicho querer caminar Benedicto XVI. En el signo de la continuidad. Los tiempos son diversos y también las situaciones resultan diferentes desde el punto de vista social y político. pero no cambia el mensaje que Benedicto XVI lleva consigo. Y deseaba volver a México como papa. Conoce el país por haber estado, pero también por las muchas personas que –lo ha recordado- cada miércoles se hacen oir durante la audiencia general.
La violencia en México
La atención se ha centrado luego en la dramática cuestión de la violencia en México. Argumento no nuevo para el papa, que ha hablado de ella en diversas ocasiones con representantes diplomáticos, jefes de gobierno, obispos. La última ocasión fue la celebración de la misa del 12 de diciembre de 2011, en la basílica de San Pedro para el bicentenario de la independencia de los pueblos latinoamericanos. No ha cambiado, por tanto, el sentido de la condena de toda forma de violencia expresada esta mañana respecto al papel destructivo del narcotráfico. La droga, ha dicho el pontífice, destruye al hombre, destruye sobre todo a los jóvenes. El papel de la Iglesia en este contexto es de desenmascarar el mal en cualquier lugar donde anide. Es por ello necesario continuar anunciando a Dios para hacerlo conocer al mundo. Si no tiene este conocimiento, el hombre se construye sus paraísos artificiales y no descubre la vía de salvación.
¿Nueva teología de la liberación?
Más articulada la reflexión sobre el papel de apoyo de la Iglesia en el perpetuarse de aquél extraño fenómeno por el que aún hoy –a doscientos años de la conquistada independencia y no obstante el innegable salto adelante de muchas economías continentales- sigue aumentando la brecha entre ricos y pobres. A la Iglesia se le ha quitado el relieve de no haberse empeñado demasiado en este sector. Y ha sido evocada una nueva «teología de la liberación», sin aquellos excesos que la habían marcado al principio.
La Iglesia, ha respondido el papa, debe naturalmente interrogarse sobre lo que hace, para valorar como lo hace y si es suficiente. Hay que recordar, sin embargo, que no es un partido político sino una realidad moral que educa a la persona humana. es también verdad que la política implica en algún modo a la moral. Y por tanto la Iglesia acaba por entrar en contacto con la política. Pero su misión sigue siendo siempre la de educar las conciencias. En este campo, ha revelado el pontífice, se nota entre los católicos una suerte de dicotomía, en el sentido de que hay una profunda diferencia entre su modo de comportarse individual y su modo de expresarse y de vivir en público. Como si la fe fuera algo a vivir solo en la esfera privada y a renegar en la esfera pública.
En tal sentido, la misión de la Iglesia es ayudar a los hombres a superar este comportamiento esquizofrénico. Sobre todo es necesario educar en construir una moral pública. Ciertamente, ha subrayado el papa, para los creyentes es más fácil, porque se trata de expresar la fuerza inscrita en la fe. En cuanto a la eventualidad de una «teología de la liberación» purificada», el pontífice ha subrayado que la cuestión es simplemente educar en la moral.
Libertad en Cuba
Respecto a la actualidad de la exhortación con la que Juan Pablo II saludó a los cubanos, al acabar su viaje en 1998 –«Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba»- y sobre las voces de los opositores al régimen que se han hecho sentir en vísperas del viaje, Benedicto XVI ha, quizá, anticipado algunas de las cosas que dirá directamente a los cubanos, tanto por lo que se refiere a su situación interna, como por lo que se refiere a la postura de la comunidad internacional. También en este caso el papa ha subrayado su voluntad de seguir sobre el camino trazado por el papa Wojtyla.
El, ha dicho, abrió el camino, un largo camino, y nosotros nos proponemos seguirlo. Ciertamente hoy nos encontramos frente –ha notado- a nuevas convicciones, a ideologías que se adaptan más a las necesidades del mundo, que exigen colaborar por una sociedad más justa. Pero la Iglesia, ha concluido, está siempre de parte de la libertad, de toda libertad.
Una mirada a América Latina
Por último, una mirada ampliada a América Latina y a la misión continental de la Iglesia. Al papa se le ha pedido leerla a la luz de las dos próximas grandes citas eclesiales: el Sínodo sobre la nueva evangelización y la celebración del Año de la fe, en un contexto marcado por desafíos profundos como el secularismo incipiente y las amenazas de las sectas. La nueva evangelización –ha recordado el papa- empezó con el concilio Vaticano II. Juan XXIII intuyó la necesidad de llevar a Cristo al mundo a los tantos que no lo conocían. Juan Pablo II ha hecho de ello una razón de su pontificado. Nosotros hoy –ha notado Benedicto XVI- nos encontramos en un contexto de racionalización extrema y muchos no conocen a Dios o rechazan conocerlo. Nuestra tarea es anunciar aquél Dios que responde a las preguntas de nuestra razón.
Regalos mexicanos para el papa
El encuentro con los periodistas ha concluido con la inusual ceremonia de entrega de algunos regalos que los colegas de la prensa mexicana han querido hacer al papa. Entre los más singulares, un ipod con músicas mexicanas y música clásica. «Santidad –se le ha dicho en el momento de la entrega- conociendo su amor y su pericia con la tecnología, por Twitter y por mucho más, hemos pensado añadir también esto a su conocimientos».