Por Rodrigo Buenfil
¿Cuantas veces hemos oído debates acerca de lo que hay que hacer con nuestro tiempo con opiniones tan diversas?
Nosotros al momento de nacer somos entes libres de hacer con nuestro tiempo lo que queramos, los encadenamientos son impuestos por el mismo ser humano. Muchos individuos toman esta libertad de manera etérea. No hablemos de libertinaje, más bien hablemos de la pérdida de tiempo exagerada en la que se empeña el ser humano. Simplemente imagina un escenario en el que ya eres libre y lo tienes todo, ¿ahora que hacer?
Ahí es donde entra el problema más grande del siglo XXI: la gente no sabe qué hacer con su tiempo y en vez de invertirlo de manera fructífera, hacen lo contrario. No estamos viviendo, estamos matando el tiempo. Nos hemos convertido en una fútil adición de ceros. Como sociedad funcionamos de acuerdo a lo que nos dictan las normas establecidas de lo que tenemos que hacer. ¿Tenemos más tiempo libre del que necesitamos?
Me atrevería a decir que como sociedad estamos igual de avanzados que los griegos; desarrollaron un tipo de cultura tan avanzada que no hemos podido rebasarla. En términos tecnológicos sí, pero en otros aspectos, no del todo. Es difícil encontrar seres humanos que busquen la mejoría de la raza humana, a quienes les importe realmente; es frustrante en una sociedad del YO. Sería fructífero que todos los individuos utilicen su libertad para elevar a nuestra especie, avanzando de manera constante. Diría que hay menos diferencia entre un humano mediocre y un chimpancé que entre un… digamos Platón o Einstein y ese mismo ser humano.
Esto me lleva a preguntarme si la pereza ha ganado la batalla, si la indiferencia ha imperado o si la apatía es la que reina el pueblo hundido en la búsqueda del poder y el enriquecimiento en todos los aspectos, pero de manera individualista. Tenemos que despertar de esta situación aberrante; tenemos que levantar la mano y sentir que sí, efectivamente, hemos contribuido al avance de la raza humana. Ese es un buen objetivo de vida, uno recomendable. Esto se puede lograr. No hay mejor manera de demostrar el amor al prójimo que edificando de manera positiva el futuro de su raza, creando cultura, renovando la obsolescencia y volviéndonos actores activos del cambio. Seamos agentes de cambio hoy mismo. No esperemos que el prójimo lo haga primero.
En el pasado y durante la mayor parte de la historia del ser humano, la amenaza mas grande para la civilización era la naturaleza. Hoy en día es la cultura y la falsa aserción de qué es lo que debemos hacer con nuestra libertad. Definitivamente podemos cambiar el mundo, solo es usar esa libertad y ese tiempo que tenemos en él como nuestra principal arma de transformación. No esperes, la vida se va en un instante, la trascendencia es para siempre.
Forcemos la evolución mental, innovemos nuestro mundo.