La democratización de las Universidades es un tema que ha estado a discusión durante ya largo tiempo. Y el resultado fallido de una insistente utopía se ha manifestado en el caos que vive la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Para introducirles un poco, les hablaré sobre el significado de “democracia”. Ésta se refiere a un sistema político en el que el pueblo elija libremente a sus gobernantes y cuya intención es que el poder lo tengan todos sus miembros. Ahora bien, ¿Quién no quiere vivir en una democracia?
Lo que muchos juzgan no es un Estado democrático, sino el evidente engaño por la democratización en instituciones como las universidades, por una simple lógica: el estudiante va a la Universidad impulsado por el deseo de aprender sobre ese conocimiento que desconoce y el profesor está en un escalón arriba en la jerarquización de funciones, pues es quién imparte ese conocimiento deseado.
Lo que hoy se discute con respecto a dicha democratización en la UACM, son la elección de los órganos que gobiernen esta universidad. Y la única puerta que han abierto ante tal petición ha sido al desorden, a la toma de planteles, a manifestaciones sin sentido que solo afectan a los pocos estudiantes interesados en progresar académicamente y benefician a los políticos en su interés por manipular a los manipulables, creando centros de acción política. Alejando así todo objetivo por vivir una vida universitaria que te permita obtener un título porque te lo merezcas y no porque hayas impuesto “leyes” que te faciliten el poco estudio haciendo a su vez una baja en la calidad académica.
“Donde gobierna capitán no manda marinero” y lucha por la mediocridad, es decir, por ver quién gobierna dónde, debería hacerse a un lado, dando paso a la lucha constante de adquirir nuevos conocimientos por parte de los estudiantes y de la preparación continua de docentes.