Y llega Octubre

Y llega Octubre

Se fue ya septiembre, volaron las fiestas patrias y el verde, blanco y rojo quedaron guardados en cajas empolvadas. En las tiendas se cambian los adornos mexicanos por los correspondientes a octubre, lo mismo con los festivales en los colegios y los disfraces; se cambia el de adelita por una bruja, se quita el bigote por un manchón de sangre, se acalla el ¡Viva México!  por el Trick or treat!. Termina el mes patrio y, cual prefacio del porvenir mexicano, llega octubre con la celebración de una cultura ajena, o más bien un reniego y olvido de la propia.

No pretendo condenar los hechos, sino ofrecer una reflexión al respecto.

Nuestro país está pasando por una época de inestabilidad, de desconfianza interna, de crisis. Pero una crisis no sólo política, sino de identidad. Muestra de esto es la fugacidad del movimiento juvenil #YoSoy132, que empezó con miles de adeptos que vociferaban con un ahínco esperanzador y que ahora forman parte del humo de lo que fue un furor momentáneo. La actitud ante la reciente reforma laboral, otro ejemplo. Me asombra de sobremanera encontrarme con personas que no conocen la situación, que no son capaces de dar una opinión o una postura al respecto, que no están enteradas de los cambios que se estaban jugando, casi casi a los dados,  en la Cámara de Diputados. Reflejo de la profunda confusión es también la ironía de celebrar la Independencia de México y al mes siguiente vitorear la dependencia a un país vecino.

México no se siente propio. El mexicano no está conforme consigo mismo, con su país, con su desarrollo, con su política y es por eso que busca en otras culturas su refugio. Nacen movimientos que quieren luchar por hacer suya la nación, surge una generación que quiere colaborar con la construcción de este su México… pero no se encuentra unidad, fuerza de trabajo, no se encuentra unión y terminan cabizbajos, rumiando el famoso «no se pudo» igual que sus padres y abuelos.  Reniegan del pasado – como del presente- adoptando tradiciones ajenas. Y en el país se dice que no pasa nada, que todo está perfecto. La población sigue creyendo en un gobierno del cambio. ¿Será coincidencia que el primero de octubre se realice el cambio de gobierno?

Y comienza octubre, se va el patriotismo y llega el malinchismo. Y seguimos pensando que estamos avanzando, que somos un país democrático, que somos nacionalistas por decorar las calles en septiembre. Y nos conformamos con lo que ya tenemos, y no exigimos y nos callamos.

 «Es tanta la tiranía de esta disimulación,
que aunque de raros anhelos se me hincha el corazón,
tengo miradas de reto y voz de resignación».
Alfonso Reyes

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